viernes, 26 de diciembre de 2008

Desorden

.
(A revisar...
por ser culpable de salirse en esta madrugada insomne)


.

.

Cuando se miró sus manos ensangrentadas sintió un profundo asco.

No era asco por lo que había hecho, no. Tampoco era asco hacia él mismo.

Era asco simple. Asco por la sangre… y no tanto por la sangre sino por la suciedad que era la sangre en sus manos.

Se sacudió y refregó los dedos hasta la violencia, pero el tono carmesí estaba como impregnado.

Su camisa comenzó a enfriarse en la humedad. Ese líquido ajeno había arruinado una de sus prendas favoritas.

Sintió arcadas, pero al final no lo fueron. Después sintió sueño, pero no lo era tampoco. Suspiró, y mientras suspiraba cayó en cuenta de su respiración agitada. Caminó dos pasos antes de decidir qué hacer. Arcadas o sueño… Hizo lo que cualquiera entre el sueño y las arcadas: Siguió camino hasta el baño.

Con recuperada calma atravesó la desordenada sala. Esquivó restos de cristal de la vajilla que supo estar en la mesa. Corrió una silla maltratada que yacía en el suelo. Y pegó un poco grácil saltito por sobre el cadáver aun tibio de su tío.

Prendió la luz del baño y manchó la tecla al hacerlo.
Abrió la canilla y se enjuagó las manos.
Se enjuagó la cara.
Enjuagó la canilla.
Se refrescó la nuca y suspiró otra vez. Cuando se encontró con él mismo en el espejo ya era un hombre profundamente sereno.

Abandonó el baño sin apagar la luz, ignoró el desorden de la sala, se sacó la camisa, y se acomodó sus cabellos con la mano izquierda.

Un sonido hosco y penoso resonó en el silencio. Su tío abrazaba con sus manos al cuchillo que llevaba acomodado en el estómago. Al compás de su respiración en retirada le brotaban estertores de tos y sangre de la boca.

Lo miró y lo miró agonizar.

Suspiró una vez más.

Hijo de puta….me arruinaste una buena camisa

Se sentó en el umbral de la puerta de calle y le dieron ganas de fumar.


.
.
.
.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Se complica llegar a fin de año...

.

El Burguesito: Es un despelote llegar a fin de año... (mira al cielo... -al techo de la oficina, bah!-) ¿¡Por qué esto es tan difícil, señor?!?!?

Yo: (contestando una supuesta plegaria) Porque "esto" no es más que un forúnculo que le salió al año... algo que sobra entre "las vacaciones" y el "resto del año"...


.

Creo que dejé DEMASIADO CLARA mi posición...

...demasiado clara para que la sepa mi jefe...

.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Seguir

..
.


Apuesto al Quijote aunque ande rengo
Iván Noble


Cada uno tiene un error favorito a elección.
El mío puede ser tan errado que no pueda elegirlo sin tropezar
¿Sabés qué? Puede ser que sea esa mi forma de volar
Cada imagen que vi... ¿Has visto el alma caer hasta hacerte llorar?
Darle una mano para levantarse es mi estado acostumbrado.
Sentir el sol. Limpiar el dolor.


Si la piel no alcanza, te daré mi sangre.
Te daré la ilusión de los 12.
El dolor de los 15. La desesperación de los 17. El esfuerzo de los 20.
Y lo que me quede de los 6 u 8 para soñar.
Todo para lograr que lo que venga seá la cúspide.
Y después tal vez la vida solo sea un cálido fulgor.

Poner en un paquete mi estileto, porque mejor guardarse el filo de tanto en tanto.
Conducir hasta chocar, y estar bien. Lo haré otra vez.
Sabés que nunca me rendiré
Esa es mi promesa.
Es un retorcido código de honor.
Estar solo, estar junto a mí
Y volver a tratar
Darle vuelta a la esquina, llegar al otro lado del callejón sin salida.
Y convertirme en ese animal que te llevo a la luna
y solo se detuvo cuando quisiste dormir en aquel hotel

Y si no te alcanza,
si la tristeza te puede ganar…
Y si no me alcanza,
lo volveré a intentar.

Es una pelea, bien lejos de ti. De todos, de nadie, de pocos.
Poner un golpe con gracia en cada lugar que pise.
Y ser grande, y pequeño, casi gigante.
Y escuchar que no todo es un error, que los sonidos se equivocan.

Y si no alcanza
puedo volver a intentar.
Si aún no alcanza
la próxima vez lo haré aún más.
Y más, más aún: haré de esta una próxima vez.

Y si no alcanza
puedo volver a intentar.
Si no alcanza
aún puede estallar.

.

Escrito allá por Junio del 2007, quién sabe a cuento de qué.
Seguramente a cuento... de mí.
.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Una especie en el bosque

...

.
Su cuerpo rodaba violentamente barranca abajo. Furiosos golpes se repartían entre la tierra, las hojas, los arbustos y el desorden de sus propios brazos y piernas en la frenética caída. Dos o tres árboles y rocas lograron destacarse en el caos de vértigo y dolor.
El final fue como un descomunal espasmo. Súbito y doloroso. Mucho más de lo que el hombre sentía, confundida su piel herida por la recorrida realizada.

Lentamente entreabrió sus ojos. El espacio entre sus párpados era discordante. Su pupila izquierda recibió la luz como un alfiler, el brillo punzaba dolorosamente. Su ojo derecho no supo nada de eso, tal era el baño de tierra y sangre que lo cubría. Intentó acomodar el reflejo del sol sobre los objetos y su percepción aturdida empezó a distinguir aquello que lo rodeaba. La tonalidad bucólica que adquiría el bosque no ayudaba. Como si el peso de su cuerpo se hubiera duplicado, el hombre intentó incorporarse. Sus movimientos eran torpes, lentos… y un martirio en cada intento. Las ramas se agitaron en la bóveda verde que formaban los árboles sobre su cabeza. El miedo reaccionó mejor que su voluntad y casi lo puso de pie. Tan solo era un pájaro que rompió el letargo. El flujo carmesí que corría sobre su cara interrumpía el silencio con su sutil goteo.
Intentó erguirse.
La queja en su espalda lo dobló nuevamente.
Tosió dos veces. Sus pulmones también salpicaron de sangre el suelo.

Como quién sabe la tortura como único camino, dio un par de pasos. Giró su cabeza y su cuello estaba hecho de moretones.
Dio algunos pasos más. Y otros hacia un lado. Y otros hacia otro. Y pisó dos o tres veces su misma huella.
Estaba desorientado. Aturdido. Magullado.
Sus huesos sonaban en cada movimiento.

Pero había algo más. Un ruido ajeno, distante pero cercano; casi oculto, casi exquisito. Tal vez no era un ruido, sino un juego de percepciones. El miedo rompe barreras, y libera sentidos. Para bien o para mal. Y aquí aun es confuso. Pero ahí estaba, y si era un ruido, era una respiración agitada y callada. Y si era solo una sensación, era una presencia intimidante.
Entre cada haz de luz que bajaba espurio desde la copa de los árboles. Entre tanto golpe y herida de su cuerpo. Entre el estupor y la percepción.
En la agonía de sus músculos, en un nuevo movimiento exploró el marco vegetal en el que estaba hundido. Al tiempo que surgía un estremecimiento de frío en su nuca, el hombre vio a un lobo desgreñado y de mirada áspera. Un sudor frío se mezcló con sus heridas sangrantes. El animal lo acechaba, medía sus movimientos, las distancias, y las debilidades. ¿Hace cuánto que estaba allí? ¿Qué estaba esperando? Las preguntas se presentaban y despedían con la cadencia entrecortada de su propia respiración.


Tosió nuevamente.
Esta vez no solo salpicó sangre, sino que también la escupió al sentirla en su garganta. Volvió su atención presurosamente al animal, preocupado porque la convulsión de su pecho le hubiera dado una oportunidad a la fatalidad.

El lobo seguía parado sobre un tronco caído, con la cabeza gacha pero la mirada altiva y ansiosa. No pudo saberlo, no sabía poder, pero el lobo olfateaba el aire, el sudor, la sangre, la suciedad, el miedo.

Tras una cortina de bosque se oyeron algunos ruidos. Inciertos, distantes, incapaces de penetrar la intimidad en la que se encontraban hombre y lobo. Una relación de paciencia y tensión los unía.
El lobo se acercaba y sentía la adrenalina en su mandíbula, golpeaba a dentelladas la piel del hombre. Pero no se movía de aquel tronco caído.
El hombre se escudaba, se escondía, se enmascaraba el miedo. Retrocedía estudiando movimientos y estrategias. Pero apenas mantenía su cuerpo sobre sus pies maltrechos.

El viento se escurrió y cambió el aire. Generó impulsos, tambaleos y desarmó la imagen.
El lobo descendió del tronco caído. Apoyó una y luego otra pata en el suelo y en esos dos pasos avanzó mundos enteros. Cundo su tracto trasero bajó del cadáver vegetal, el hombre buscó instintivamente recuperar la distancia.
El lobo lo siguió con la mirada, lo impelió a detenerse, lo rodeó desde un solo flanco.
Y, en una mueca, se relamió.

Y algo se rompió.

El hombre olvidó sangre, dolor y heridas cuando se percató de una rama fuerte quebrada a pocos trancos de su lugar. Con el infinito ahogo de desatender a su agresor, anduvo con paso cansino y tomó aquel trozo de madera.
Una vez que empuñó la rama, la madera se hizo arma. Y el viento se detuvo, conciente de lo irreversible de la situación. Ya no había más cartas en juego.

Arrebatado de coraje, el hombre volvió su figura hacia el lobo. El trayecto que los separaba tomó otro fulgor. Ahora, más paciencia. Esperar la carrera del cánido, y luego la embestida. Ahora, fuerza. Esperar que el brazo armado reaccione con vigor y certeza cuando el animal salte en su ataque. Ahora…

Ahora…

Ahora la luz había cambiado.

Ahora el viento se había detenido.

Algo se había roto.

Las cartas estaban ahí. El lobo, la distancia, el hombre y su arma. El coraje y la expectativa.

Las cartas estaban ahí… Y un angustioso trago de saliva, tierra y sangre confundió sorpresa con pánico. En parsimoniosa urgencia, los ojos del hombre descubrieron tres siluetas recortada en el follaje. Y luego dos más. Y, si hubiera podido mover algo más que sus ojos, se hubiera percatado de algunos lobos más a sus espaldas.
A decir verdad, el primer sonido contundente de dientes resonó por la retaguardia indefensa. Y ya nada era defendible.
Luego gruñó desde su derecha un lobo grande, enorme.
Luego otro, pero no pudo verlo.
Luego otro. Y otro.
Y luego ya era un coro de dientes que se acercaba al hombre. Imposible saber ahora cual fue aquel “primer lobo”. Inútil también. La relación había cambiado.

El hombre se encontraba desarmado y herido.
Y, para colmo, sostenía una pesada madera que atentaba contra su equilibrio.

La baraja estaba marcada, los jugadores eran demasiados.
Y era un juego para fieras.

Agitaba el tronco en derredor. Buscaba armar un espacio. Y el espacio se resquebrajaba una y otra vez. El desgano de lo fatal lo hizo tropezar. Cayó de espaldas y sus heridas y su boca regaron la sangre.
El alboroto salvaje se abalanzó. Los ojos del hombre se cerraron por reflejo, sus brazos y piernas por instinto, su mente por aturdimiento.

Y todo cesó.

Silencio.

Inmóvil silencio

Y, de a poco, los latidos. Resonando dentro del propio pecho.

Las manos temblando. Y los ojos buscando el valor. Encontrando el coraje para intentar ver.
Primero el derecho, y otra vez pupila e iris teñidos de sanguinolento carmesí.
Luego el izquierdo. Entre la brecha de sus párpados se acomodaron las caninas fauces que babeaban excitación, ladraban frenesí y apenas podían sostenerse a centímetros del hombre.

Pero a centímetros aguardaban.
Gruñidos y relamidas fueron volviéndose apenas un murmullo salvaje. Desesperados hasta querer estallar, los lobos resistían el instinto desatado.

Con su espina echa de hielo, punzando sus intestinos, el hombre se incorporó casi remontando la posibilidad misma.
Un nuevo gruñido sonó demasiado cercano. El hombre trastabilló sobre sus brazos. Y dos segundos después cayó en cuenta que aun estaba con vida.

La jauría indómita retrocedió apenas un breve espacio. Un exceso dentro del aliento rancio de miedo del hombre. Las bestias empujaron sus cuerpos hacia atrás, y en sus gestos se denotaba la violencia que tal acción les provocaba.

Con paso seguro y soberbio se abrió camino entre el hervidero de sus hermanos un lobo gris que brillaba como si su existencia recién comenzara. Firme entre la furia de colmillos enardecidos. Con templanza exasperante para la frágil abstracción del hombre.
Toda la situación sonaba como el choque de metales oxidados. Entre la efervescencia que olía a muerte, ese individuo tan igual y tan distinto al resto de la manada se presentaba como una chispa entre hojas secas. La suciedad que marcaban las heridas del hombre, otra vez, parecía ser una trampa a la provocación. En el colapso del desasosiego, cuando todo se anunciaba como final y ruina una vez más, el aire se hizo viento otra vez. La multitud se movió rauda y rencorosa de la huída, pero obediente al gesto mudo del último lobo.

El viento aumentó su vigor. Los árboles se agitaban en suave condena. Las hojas se arremolinaban en rabiosa locura. El marco perfecto para arrancar cualquier atisbo de reposo en el tiempo. Por el contrario; ahora esa nueva pareja solitaria cortaba las últimas luces del día como el grito del infierno. El lobo acercó lentamente su cabeza al cuerpo del hombre. No gruñía, no dejaba ver sus dientes, no se agitaba excitado. Y ese semblante adusto podía evacuar el valor del más osado como si lo jalaran desde sus tripas. Lo opuesto surgió, tal es la forma macabra de equilibrarse que juega el destino. El hombre retrocedió sobre su sangrante espalda con más movimientos que resultados. Sudaba, sangraba y se ahogaba en el desaliento. Ya los rodeaba un huracán. Los árboles partieron algunos de sus brazos, los pájaros gritaron asustados, y una manada efervescente se oyó embriagada de ira en alguna parte de la tormenta.

Pero nada perturbo a la turbación infinita del hombre.
Nada mojó los ojos del lobo. Ni siquiera la lluvia que se dejaba caer con gotas pesadas y dispersas, que salpicaban golpeando el bosque.

Todo sucedió en un instante.
El lobo detuvo su estocada, un relámpago resplandeció en el caos y el hombre giró bruscamente.
Todo se desató en una chispa.
El lobo decidió el fin de la lección y reanudó su camino pasando casi insolente por el flanco del cuerpo del hombre; un trueno rompió la eternidad, y el hombre cerró su mano sobre aquella rama que se enarboló como arma hereje otra vez.
Chorreando despojos de su vida, descargó la madera sobre la cabeza de aquel que se marchaba, destrozando un ojo de esa soberbia mirada canina. El lobo soltó su primer gruñido, agudo y desgarrador, y cayó dolorido sobre su andar.

La sangre ardía y la conciencia del dolor dejó paso al reflejo. El hombre se levantó y corrió con grandes trancos torpes y pesados. Sus extremidades acusaban peligrosamente las estocadas del día. Sus pies se apoyaban inciertamente hasta que comenzaron a vacilar; su torso perdió completamente el equilibrio. El tropiezo se prolongó unos metros hasta que sus rodillas chocaron, primero entre ellas, y luego con un tronco caído.

La sangre se esparció y mezcló con la lluvia.
Agotado. Acabado.
Casi desfallecido, el hombre levantó su cabeza por sobre el gran tronco caído y vio al lobo herido que había dejado atrás. El animal sangraba, pero no lloraba, no. Llevaba su sufrimiento estoicamente.

Pero el temple ya no era tal. El viento se detuvo nuevamente. La lluvia paso a ser circunstancia.

Con la baraja corrompida, el lobo se perdió sin despedirse.

El hombre tosió, y sintió dejar su vida al hacerlo.
Pero no lo hizo.

Le llevó un segundo reconocer nuevamente esa sensación.
Le llevo uno más reconocer el sonido de respiraciones agitadas que lo rodeaban.

En un intervalo extraño, vislumbró al culpable final de su suerte: ese tronco caído era un viejo conocido. Y otro viejo conocido del hombre y del tronco caído fue el primero en lanzarse a acabar el ocaso.

Luego, ya no hubo orden alguno.





Barranca arriba, el resto del grupo de hombres cazadores solo sentía llover.



.

.

martes, 25 de noviembre de 2008

Rompecabezas

.





Deseamos lo mismo que nos enloquece.

..

.


Buscamos piezas para armar una imagen entera...

... y nos lleva toda una vida descubrir que tenemos mezcladas las fichas de diez o doce juegos distintos.
.



Pero ese es el chiste.
.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Cuando es cuestión de piel... piel adentro

.


El sábado se me erizó la piel.
Los ojos querían animarse a la siesta de escudos.
Y el alma a golpes de ariete sacudía pecho, memoria y pasos.

A veces las piernas tiemblan entre el camino y la decisión de caminar.
A veces, es de emoción.


Tres cosas tres se encontraron conmigo el Sábado a la noche en un teatro que casi se asomaba a espiar al obelisco:

  • Una canción del señor Rubén Blades que es proclama de principios como pocas, dijo presente y fue toda presencia
  • El señor Juan Carlos Baglietto la hizo voz, pasión y carne; carne y espíritu; fuerza,fuerza y el alma misma en erupción.
  • Y yo... yo que sentía mi piel erizarse... porque, al menos en intentos, sueño, y sueño que me reconozco en esa canción, en esa historia, en eso... de lo que también estoy hecho.

Se eriza la piel y galopa piel adentro....

PARADO

Hay quien ve la luz al final de su túnel
y construye un nuevo túnel, pa’ no ver
Y se queda entre lo oscuro, y se consume
lamentando lo que nunca llegó a ser.

Yo no fuí el mejor ejemplo y te lo admito
Fácil es juzgar la noche al otro día
Pero fui sincero, y eso si lo grito
que yo nunca he hipotecado al alma mía

Si yo he vivido parado, ay, que me entierren parado
Si pagué el precio que paga el que no vive arrodillado
La vida me ha restregado, pero jamás me ha planchado
En las buenas y en las malas voy con los dientes pelados
Sonriendo y de pie,
siempre parado

Las desgracias hacen fuerte al sentimiento
Se asimila cada golpe que he aguantado
La memoria se convierte en un sustento
celebrando cada río que se ha cruzado
Me pregunto, ¿Cómo puede creerse vivo
el que existe pa’ culpar a los demás?
Que se calle y que se salga del camino
y que deje al resto del mundo caminar

A mí me entierran parado,
ay, que me entierren parado
Ahí te dejo mi sonrisa y todo lo que me han quitado
Lo que perdí no he llorado, si yo he vivido sobrado,
dando gracias por las cosas que en la ruta me he encontrado
Sumo y resto en carne propia de mi conciencia abrazado

Parado
Aunque me haya equivocado
Aunque me hayan señalado
Parado
En agua de luna mojado
Disfrutando la memoria de los ríos que he cruzado
aunque casi me haya ahogado,
sigo parado

Parado
Sigo parado...

(de Rubén Blades,

por Juan Carlos Baglietto,

y dándome vueltas por ahí)

martes, 11 de noviembre de 2008

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 16

Para distender un poco una semana furiosa

Y dedicado a Nennella, que es la más de los Yohs... (¡que desastre!)
.

.

¿Tengo que saberlo tooooodoooo? ¿Es necesario….?

.

Yoh: Che… (y se acomoda y reacomoda en su silla) me salió un grano en el culo…


Yo: ....
.
.
----------------
.

Me veo en la necesidad de buscar unos papeles de su escritorio, molestándola en una de sus sesiones de chateo…
.

Yoh (molesta porque le tapo el monitor): Uy, dale, ¿Qué querés acá?

Yo (sarcástico): Disculpaaaaaaaaaameeeeee, ocurre que necesito buscar unos papeles que deben estar por acá… EN EL QUILOMBO QUE ES TU ESCRITORIO

Yoh (que aprendió algo de ironía): Uuuuuhhhhh, perdón, ¿me perdonás? (y cambia el tono) ¿Justo se te ocurre trabajar ahora? ¡Dale, salí que no tenés nada que hacer jodiendo acá justo ahora!

Yo (muy serenamente): Bueno… si es por eso, desde que te conozco que no hacés otra cosa que ocupar espacio y gastar oxígeno en ésta oficina… y sin embargo acá estás….


.

...............



El jefe hablaba sobre un partido de paddle con sus amigos…
.


Burguesito: … y alquilé la cancha por dos horas, pero a la media hora ya no daban más los otros tres….

Yoh: ¿y qué pasó?

Burguesito: ¡No jugamos ni 2 partidos y se fueron! ¡Me dejaron clavado los tres! No está bueno que te hagan eso. (sí, vive en una nube de pedo capitalista)

Yo: y… supongo que no… (y no pude evitarlo), que te claven de a tres… debe ser jodido… bah!, no sé… ¿Vos podés aportar alguna experiencia, Yoh…?


.
................


Superamos un nuevo límite en nuestras charlas….
.

Yoh: Che… tengo un grano el culo…

Yo (no pudiendo salir de mi desazón por volver a tocar el tema): …. ¿otro? (y automáticamente me arrepentí de preguntar)

Yoh: No.. sí…. En el otro cachete….


.
................................
.
.


Y sí…
.

Esto es, francamente, DEMASIADO
.

.
.



miércoles, 5 de noviembre de 2008

Algo más que cosa de chicos... (o mirá el titulo que me mandé, soy un piola bárbaro, para hablar de imputabilidad a menores)

.

Nobleza obliga: este conglomerado de sandeces
que expongo surge a cuento de un posteo
del Hadita de Cheshire.
Pasen y respiren, es casi necesario.
.
.
.
Si hay preguntas, tal vez, "haiga" respuestas....


Acá tenemos al menos dos interrogantes:

¿Qué hacer con el delito, con la situación actual, con el estado de las cosas? Y, en definitiva, ¿Qué hacer con el miedo?

Y por otra parte; ¿Cómo solucionamos lo que degenera en lo anterior?

(Mientras tanto, si quieren, recorremos las calles como turba iracunda en busca de culpables)

Muchas veces las respuestas ya han sido dadas. Ya verán.

En primer término entonces… más policía…. Mucha más. Con autonomía y ámbitos propios de acción, sin intervenciones molestas . Formación individual, administración centralizada y objetivos estrechos… ¡Ah, y libertad de acción! Eso va a ser lo mejor….

… Si, estoy siendo sarcástico.

No puedo evitar pensar en Macri como una especie de Gollum de la Oligarquía. (“My treasure… My precious treasure….”).

Ahora en serio (bueno, lo anterior es en serio…). Evidentemente las fuerzas de seguridad (da cosita pero es el término correcto… mientras lo sea) son insuficientes. Pero esa insuficiencia, si bien tiene un estamento cuantitativo, su parte más funesta es cualitativa. Formación (algo más que secundario completo y luego “Palo y gas 1”, “Pizza y coima 3”), cooperación, coherencia y competencia nacional (el delito se mueve sin fronteras, muchachos) y un objetivo de “orden y seguridad” que sea funcional a un país democrático, y vinculado… a un país arrasado por la ignorancia y la corrupción.

Pero, el segundo proceso –y eso no significa que deba darse después del primero- tiene que ocurrir en forma radical y necesaria. El pueblo (palabras bastardeadas si las hay…) debe educarse. ¿En cordilleras, ríos y cultivos? Por supuesto. ¿En historia, civismo y sociedad? Obvio, no hay forma de pertenecer sino. ¿En democracia, solidaridad, e identidad? Fundamentalmente, porque la amnesia de valores hace al olvido de quienes debemos ser.
En definitiva, la “cultura” es la habilidad fundamental para el uso de cualquier “herramienta” para la vida. Es el lugar justo del conocimiento, el vigor de la herramienta y el tejido que nos hace comunidad.

Re-aprender, como sociedad, nación (y ojala fronteras afuera de mi amada patria latinoamericana) sobre abstractos básicos como Honor, Lealtad, Virtud, Empeño y Justicia.

Porque el hambre, la violencia y la desesperación son mucho más que la causa del delito. Y la naturalización de la marginación y la delincuencia (con ya más de una generación que tuvo la mala suerte de nacer “abajo” y no conoce otra forma de sobrevivir) tiene más que ver con la distancia entre vecinos y la falta de oportunidades que con la visión de víctimas y victimarios. O no, pero los papeles juegan un enroque que no se ve hasta que la sangre llega al cordón…
¿Imputabilidad a menores? Dado que se condena el daño y no su causa… Si, respondo a esa pregunta: Si un chico de 10 años mata a un amigo por unas monedas, no voy a pensar en perdonarlo. Pero no le escapo a esa cuestión, solo voy más allá: Poner a un chico de 10 años (o 12 o 15) en una cárcel, o salir a “resolver por mano propia” (la palabra “resolver” se equivocó de oración) es más identificable con una venganza/¿resarcimiento? personal que con una solución.

¿Estudios y estadísticas? El adulto que comete delito, al saber que la condena por su acto es terrible, se siente obligado a “jugársela”, a arriesgar todo y a todos por no ser apresado. El niño que comete delito… bueno, supongo que debe ser aun más “básico”. La Ley debe ser aplicada con equidad y justicia… La firmeza no es lo mismo que la dureza. Yo preferiría ver qué pasa si el Ministro, el Oficial, el Panadero, el (la) Presidente y vos y yo nos hacemos cargo de nuestras falencias y nos apegamos a aquellas normas (escritas o esas que viven en cada comunidad) que no son más que pactos de convivencia. Yo intentaría… para ver que pasa… por ahí no necesitamos pisar más fuerte, sino caminar para el mismo lado.

Lo urgente no puede quitarle lugar a lo importante. Me urge sacar al
“asesino del triciclo” de la calle, me urge tener la seguridad de poder caminar, elegir, vivir en la plena seguridad de mis libertades e integridad. Por esas mismas urgencias, DEBE ser prioritario y fundamental que el “asesino del triciclo” no pase un tiempo a la sombra para salir igual o peor… y con rabia de años perdidos.
DEBE SER.
¿O alguien duda que si TODOS caminamos, elegimos y vivimos en libertad e integridad, con la seguridad de poder saborear los frutos del esfuerzo, la contención de un vecino –tan distinto a mí- que no me suelta en la caída, y la posibilidad de acceder a las oportunidades; todo eso, atravesado por una concepción de la vida y la justicia común y compartida…; otro gallo cantaría….?

Que las fuerzas de seguridad nos cuiden, con políticas pensadas, serias y contextualizadas con el conflicto y no con el miedo; con la Ley que nos iguale a los ojos del Estado (EL Estado, el de verdad, ese que está formado por Tres Poderes y toda una nación), y la educación haga algo casi precario: Nos permita reconocernos.



Muchas veces las respuestas ya han sido dadas…

.

“La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación que la hija de un campesino puede convertirse en médico, que el hijo de un minero puede convertirse en jefe de la mina, que un niño de los trabajadores agrícolas...

...puede llegar a ser el presidente de una gran nación…”


…. dijo un tal Nelson Mandela
.

(y yo acá escupiendo palabras…)
.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Carta al Chacal de mis Sueños

.

.

Querido Chacal de mis Sueños…
.


..

Se me suelta esta carta sin tinta en tanto la pesadilla se hace carne.

Busco entre la somnolencia la respuesta a aquello que me espera más allá de las fronteras de mi lecho.

¿Eres presagio, culpa o destino?
Tiemblo ante tu figura canina tan familiar a mis latidos como extraña a esta cobardía.

Será que el fruto de mi pasado es también el resultado de sus heridas.
Será que no hay lobo que ronde mis esquinas y el solitario aullido me eriza tanto como me atrae.
Será que no sé ser fuera de esta tormenta; esta euforia que se desespera en la nobleza, se obsesiona en los pasos, y arremete en el deseo mismo.
Será que estoy hecho de sangre, pasiones y búsquedas… pero a la larga no soy más que intentos.

¿Vienes a traerme respuestas o solo miedos?
Creemé, me costará comprender que a veces ambas son la misma estocada.

No puedo volver al letargo. No cuando tu mirada me paraliza. No cuando no puedo despertar. No cuando no puedo dormir.

No puedo dejar de llamarte. No puedo dejar de pedirte distancia. No puedo, y quiero poder. Pero ya no distingo, y corro sobre las piedras.

No te desvanezcas sin la caricia azabache que me obligue a reponerme.
No, aun no. Necesito comprender.
Y así no lo haga, necesito respirar.

Entre la ausencia no me das tiempos. Y sin embargo mi mirada ve pasar algunos años.
Tu regreso trae una voz serena y segura. Casi tibia.
No me asusto, nunca me dejaste ver tus fauces en fuego.
Ahora sé que están ahí. Ahora sé que las tengo.
Ahora sé que nunca fuiste.
Siempre, siempre yo debo ser.

Sí, eres el Chacal de mis Sueños.
Casi un espíritu de mi mismo andar.
Una figura emperrada en marcar mi rumbo.
Erguido sobre quién fui para que me reconozca ahora.
El aliento de mis locuras, la luna llena de mis caídas.

Sí, eres el Chacal de mis Sueños.
Y aquí voy de nuevo, a treparme sobre tu lomo,
a sentir ese gruñido feroz,
a estremecerme en ese aullido ancestral.

Soy coyote herido, soy perro de presa.
Eres el más terco de mis fantasmas.
La última dentellada de esta carta sin tinta
habita en el desvelo que nos hace uno.



Donde antes temía…
… ahora encuentro coraje.


.

.

(Una licencia,
con permiso de mi amigo,
el SEÑOR Juan Raúl Rithner)
.
.

martes, 14 de octubre de 2008

La última vez que quise...

.

.



... salir a moverme al sol...


.... las nubes oscuras tapaban el cielo, escupiendo lluvia y relámpagos..

.




Y bailé bajo el aguacero.

.
.




(Solo cuando cubrí mis oídos distinguí la melodía).
.
.
.
You said, "Wouldn't it be a shame if I knew how great I was five minutes before I died?
I'd be filled with such regret before I took my last breath."
Alanis Morissette
.
.

miércoles, 8 de octubre de 2008

"Ruido ¿qué me has hecho?...

..


...ruido yo no he sido,ruido insatisfecho,ruido ¿a qué has venido?"

(Ay... Joaquín...)

.


He visto niños alborotando el parque;

jóvenes alborotando y alborotados;

hombres en medio de alborotos;

ancianos añorando alborotos de antaño.



Ahora, que huele a primavera, somos un solo ruido...
.
Puede ser más que un deseo.
Es un posible.
.

jueves, 2 de octubre de 2008

Hay temas...

.

. ... que me apasionan a tal punto que la verborragia me excede; suelto vertiginosamente ideas, fundamentos y posturas; selecciono palabras y construcciones específicas en la oratoria hasta que vuelvo un caos al silencio mismo; y mis pobres oyentes circunstanciales se debaten entre la huída despavorida, la desesperación y el sueño.




No puedo evitarlo.

.

.

Y eso que hay temas que me apasionan

… y otros que me obsesionan
.
.
.
.
.
.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 15

.



Podría ser una noche cualquiera, pero hablaba de su festejo de cumpleaños…



Yoh (hablando todo de corrido, con una total falta de respeto a cualquier norma semántica y desaprensión crónica a las sanas pausas para respirar): …y resulta que al boliche este entro gratis, y esta re bueno, y es canilla libre, y está re bueno; es un boliche gay, pero hay de todo…

Yo:
… ¿?

Yoh:
… y nos matamos de la risa cuando vamos; y hay un travesti -¿viste “La Barby”?- que me canta el “feliz cumple”, entonces había que hacer las reservas…

Yo:
¡Pará, pará, pará! ...¡¿Hay un travesti que se llama “La Barby”?!... ¡¿y te canta el feliz cumpleaños?!... ¿¡¿¡¿Y PORRRRRR QUÉ ESO ES BUENO?!?!?

Yoh (sigue de corrido, casi omitiendo mi pregunta):
...no sé, el tema es que, resulta que está chica NOMBREADEFINIR, que es lesbiana y trabaja ahí, y dice que está buenísimo, y hay un payaso…

Yo:
¿¡¿¡¿¡¿¡Un payaso!?!?!?!?.... ¡¡¡YOH, TU RELATO SE ESTÁ YENDO AL CARAJO!!!



-------------------------------------

.

Hablando por teléfono…



Yoh: Hola… ¿hola?.... ¿hola?.... ¡¿hola?!



(gira hacía mí y se queja)
…UH, ESTOY HABLANDO CON EL CONTESTADOR…





.

Y sí…

… no sé como hace para superarse…

.
(lo de NOMBREADEFINIR no lo puse para salvaguardar la identidad de nadie... la verdad es que no le di mucha pelota al relato como para acordarme...)
.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Travesía

Me pidieron que escriba unas palabras para
el acto de entrega de diplomas a los egresados
del Profesorado de Ciencias Sociales.
Esto es lo que resulta cuando no hay una mejor opción...
.
..
.
.
No soy más que intentos de enseñanza.

Pedazos.
Atisbos.
Principios.
Intentos.
Apenas pasos.

Pero no es poco.

Pasos son los que me han llevado hasta aquí, hasta este lugar, esta historia, este momento.

Pasos son los que he sangrado en las caídas. Pasos son los que retomé a rodillas raspadas.

Pasos son los que me llevaron a tomar el estandarte confuso de la educación.

A pies de plomo en la senda de la erudición, entre laberintos que juegan al error y a la certeza.

El sesgo de la experiencia acrecienta pesares del esfuerzo. De esta odisea de hacerse a la mar sin miedo a la tempestad. Y, a veces, en un arrebato de coraje uno se cree digno de enfrentar la tormenta de un aula… y encuentra algo aun peor.
La sequía…. Lo inerme del abandono.

Renace la certeza.
O debe hacerlo.

Porque, lo cierto es que se agiganta la empresa cuando el brote no se ahoga en conocimientos, sino que sufre la sed y la desidia.

Claro… todo es poco… porque todo a mi alrededor se cubre de máscaras.

Y allí, justo en ese cruce temerario entre el caos y el afán…

Allí…

Allí reaparecen mis pasos.

Que no son poco.

Son pasos de tolerancia.
Son pasos de justicia.
Son pasos de cultura.
Son pasos de historia, de sangre, de patria...

Son pasos necesarios.


Y en cada paso fijo la mirada y veo, no solo al docente que quiero ser…

… Veo al mundo que debo lograr.


Ya no son pasos…

Lo mío es hacer camino.
.

martes, 9 de septiembre de 2008

Cuando cuestionan mis argumentos...

.

... reviso mis razones,
luego los argumentos del otro,
luego las razones del otro;
y luego mis argumentos.
.
.
.
Inconcientemente, contundentemente,
instintivamente y necesariamente.
..
.
-
---------------------------------
.
El hombre superior no discute ni se pelea con nadie. Sólo discute cuando es preciso aclarar alguna cosa, pero aún entonces cede el primer lugar a su antagonista vencido y sube con él a la sala; terminada la discusión, bebe con su contrincante en señal de paz. Estas son las únicas discusiones del hombre superior.
--Confucio--

martes, 2 de septiembre de 2008

Desde el aire

Escrito en una noche dónde la bella poesía
de Irupé casi transformó a este cuento en
un robo de sus versos.
.


Florencia se recuesta sobre sus manos. Su cabeza ladeada mira la dulzura en forma horizontal. Frente a ella, el pequeño osito de peluche celeste sentado en el viejo escritorio la observa sereno. Sereno, pero no inmutable. Al contrario, en esos ojos marrones y brillantes se dibuja la sonrisa de Florencia de tal forma que en su pecho de suave relleno el tiempo aprendió a amar como suspendido en el aire. Como la flor del lirolay.

Florencia, sin despegar la caricia delicada de sus mejillas y sus manos, asciende con sus ojos por el cuerpecito del osito. Y el osito no puede reaccionar, perdido como está en la brillante melena azabache de la joven.

El gato entra al cuarto como la brisa de la mañana. Como una promesa y con algo de gotitas en las pisadas. Igual que la brisa, no pide permiso. Igual que la brisa, tan natural y mansamente que el permiso es puro cuento. Su gris cuerpo rechoncho solo se ve interrumpido por esa mancha negra que se descuelga de una de sus patas traseras. Si bien el camino desde el umbral hasta el escritorio es recorrido por el felino como lo hace un soberano por sus jardines reales; hace menos ruido que un secreto. Como un rumor ligero, brinca sobre el escritorio. Se posa en el efímero espacio de una pestaña de la cara de la muchacha. Florencia no se asusta ni sorprende por su aparición repentina. Ya lo dije: ese gato es como la brisa. El osito celeste aun no regresa de su paseo por cada cabello como para poder atender al minino.

Por esas cosas tontas de la vida, Florencia sonríe como si llegaran años de primavera. Claro que, ¿Quién soy yo para calificar de tonta a una sonrisa? Sepan perdonar; es producto de mi propia limitación: yo podría pasarme mirando gatos grises con-mancha-negra y ositos celestes toda la tarde sin encontrarles gracia alguna.

Pero Florencia sonríe. Claro ella puede ver más allá.
Creo que por eso la amo.
Porque yo ando trepando árboles para que mi alma tome altura persiguiendo el esmero de mi cuerpo entre las ramas.
Y ella vuela con la cabeza recostada sobre su viejo escritorio.

Me afirmo sobre el viejo nogal y voy más allá del intervalo de luz que me deja ver por la ventana del cuarto…

Casi puedo ver sus sueños…

Figuras doradas que bailan con algodones.
Cientos de naipes descontrolados de ronda en ronda alrededor del Gato de Cheshire.
Un enorme ent agita su cuerpo de caldén bajo la noche diminuta.
Sonidos de una quena Inca que son más historia que pasado.
Alas de águila hechas zamba.

Casi puedo ver…

Casi pierdo el equilibrio intentando robarme más.
Así son los sueños. Agitados. Aun en la calma.
Cuando recobro la seguridad aferrado a la madera… ella me observa.
Florencia ríe desde la ventana. Ríe en sus mejillas.
Estas grande para andar trepando a los árboles” me dice, más como un empujón cómplice que como una verdad nostálgica.
Acepto el juego con una sonrisa.
Con lo que me queda de coraje, arriesgo mi último gramo de orgullo en un salto hasta el suelo.
Salió bien. La miro de reojo, sigue sonriendo.
Ya bajo” me dice antes de desaparecer dentro del cuarto.
Me doy cuenta que estoy fingiendo. Nada grave, pero me duelen las plantas de los pies.

El viento dibuja canciones haciendo irreal la espera.
Mi propia memoria es un verso triste. Y me parece que no rima.
Pero su sola presencia llena de flores el aire.

Tengo una herida de cielos abiertos, no se sostiene ya
tanto misterio. Son casi unos versos, son casi silencios. Soy casi una herida de
cielos abiertos.


El viento calla cuando ella aparece, graciosa desliza su figura por el jardín. Una guitarra la sigue como las alas del ángel.

Pierdo el mapa de las soledades y me encuentro en sus ojos.
Te duelen los pies, ¿no?me dice al tiempo que me deja un beso.
Para nada, para nada”, miento. Y ella lo sabe.

Algo parecido a la felicidad confundirá a la tarde con la noche, al sueño con el calor, a las manos con los abrazos, a lo eterno con las flores.
Así, entre bagualas y vidalas que se escurrirán de la guitarra de Florencia, mi alma se olvidará de los árboles cundo las fantasías que casi suelo ver levanten aun más vuelo.

Cuando la noche se encuentre acomodada junto al fuego para que Florencia siga cantando historias, volveré a amarla por su sonrisa que calla al viento. Por sus alas de melodía.

Florencia se vuelve perfume.
Se suspende en el aire, en el tiempo, en mi pecho.
Como la flor del Lirolay.

Para cuando la canción se consuma por el amanecer, el gato gris con-una-mancha-negra se habrá dormido sobre el osito celeste.
Sereno como la brisa.

.

.

viernes, 22 de agosto de 2008

El amor es un concepto tan intrincado...

.




... que solo sabe SER cuando nutre de felicidad




... o cuando duele soberbiamente.


.

Hoy es la víspera de siempre. Da igual.
Hoy ha salido el sol por ese lugar,
por el que suele aparecer.

(Silvio Rodríguez)


viernes, 15 de agosto de 2008

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 14

.


Para todo el Club de Fans de Yoh (una barra de inadaptados que dan lástima, sepanló) (si no existieran los Floggers, los Emos, los que escuchan Babasónicos y todos esos, ustedes serían los primeros en mi lista)…

… mañana es el cumple de Yoh.


(Dejenlé mensajes, no hay drama) (Pero avisen dónde retirar los regalos) (le gusta la ropa de hombre como de mi talle… jeje)


--------------------------------------



Era obvio que esto iba a pasar...



Yoh: Blablablablabla

Yo: Blablablabla

Yoh: ….

Yo: ….

Yoh:

Yo: Ya llegamos al punto que, por simple exceso de tiempo compartido, nos contamos cosas que no nos importan en lo absoluto y no nos damos la más mínima atención al hablarnos...

_______________________

.

Yo no estaba participando de la conversación pero se me salió solita la frase…


.

Yoh (diciéndole al Burguesito a cuento de una anécdota sobre su hijo): Pasa que vos no tenés muchos sentimientos…

Yo (de espaldas a ambos): Sí, tiene, pero son todos malos...


___________________________________________________________-

.

No, nadie estaba hablando de nada. Cada uno estaba abstraído en su PC…

.

Yoh (de golpe): ¡Este Tetris se pone cada vez más difícil!

Yo: Uhhmm... tus temas de conversación son cada vez más atrapantes... es casi palpable el escollo, la desesperación por superar el conflicto… la verdad, con una vida así de excitante ¡Deberías escribir una autobiografía!


____________



Y sí...
Feliz Cumple Yoh...

.

lunes, 11 de agosto de 2008

Siempre duda sobre el crecimiento de las flores

.

... quien las mira desde abajo...

.

Niega su aroma al punto de detestar la posibilidad de la primavera.


Y las raíces que desea apagadas le queman su mezquindad, aun sin tocarlas.


.

lunes, 4 de agosto de 2008

COOPERACIÓN SuStEnTaBlE

.

No más que un intento de hacer prosa
un relato oral contado en forma excelsa
por el señor Néstor Ganduglia en el
Pre Foro de Memoria e Identidad 2008.
.


La preocupación de los países “potencia” hacia el “tercer mundo” es tan clara como inquietante (y “potencia” permite acelerar y dejar atrás algo más de tres posiciones…).

Y hay experiencias terribles, nefastas y peligrosas…
… y hay… solo experiencias…


Cuentan que, en un acto de altruismo sin medidas… un equipo científico alemán se dedicó a estudiar intensivamente el ambiente del Sur de Colombia. Durante 5 años invirtieron tiempo, esfuerzo y conocimientos con el propósito de producir una forma de agricultura óptima, que desarrolle una inmejorable relación entre rendimiento y desarrollo sustentable. En pos de esa misión se destinó una más que considerable cantidad de millones de Euros (sobre todo puesta a consideración nuestra...).

Ya con el ensayo en mano, y previo llamado al gobierno local (casi una formalidad...), se realizó el viaje para llevar a cabo la experiencia.

Junto a los eruditos y directivos alemanes, se estableció un cuerpo de trabajo entero del viejo continente a convivir con la comunidad local colombiana.

Una vez ya superados los prólogos y presentaciones, se dio paso a la práctica compartida entre los pobladores colombianos y los expertos europeos.

Vale destacar que, siendo una comunidad básicamente indígena, los colombianos asimilaron rápidamente los conceptos expresados por los técnicos alemanes, más allá de diferencias en ciertas terminologías o interpretaciones.

Así mismo, la relación se dio sin rispideces.
Los férreos germanos no resultaron para nada parcos, y poco a poco se descubrieron como jocosos y de gran camaradería.
Y los humildes pobladores, tras ese aspecto cohibido, eran gente amable y risueña.
La disciplina alemana se llevaba muy bien con las prácticas propias de la gente del campo: el sol recién ascendía los primeros escalones del cielo y ya se contaban todas las manos a la obra.

Así, con trabajo y cooperación, con tolerancia y compromiso, se rehicieron terrenos, se modificaron campos, se implementaron técnicas de arado, siembra y riego, se probaron semillas y fertilizantes...

Así, con esfuerzo, dio frutos.
Así, con más esfuerzo, se hizo, se logró... mucho más.
Así, durante 4 largos años de manos ajadas se pusieron en práctica todas las ideas de 5 años de estudios.
Y, como pocas veces el mundo vio, durante 4 años convivieron dos culturas tan extrañas como extranjeras.

Para cuando la experiencia llegó a su fin, se realizó un gran festejo. Junto a lugareños, trabajadores, y científicos; se convocaron gobernadores, representantes, figuras de renombre y prensa de una y otra nacionalidad.
Mucha comida, mucha música. Toda la gracia latina. Toda la sofisticación germana. Y el buen clima era una amalgama.

Al día siguiente a la fiesta, se realizó una conferencia en una importante universidad cercana al pueblo.

Allí...
Dieron cátedra los científicos...
Expusieron los estadistas...
Informaron los expertos...
Y se jactaron algunos gobernantes...

Hacia el final, cerrando la ronda de preguntas del periodismo; la máxima autoridad del proyecto, un alemán canoso y de gesto noble, repartió agradecimientos.

El Alemán agradeció a su equipo.
Los germanos brindaron una vez más como quién respira aire y sonríe.

Luego agradeció a las autoridades locales. El intendente posó y se dibujó una sonrisa para las fotos tan naturalmente como si respirara.

También agradeció a la prensa por su presencia e interés. Más fotos, más sonrisas. Y, algunos brindis.

Finalmente, dirigió su gratificación al grupo de campesinos colombianos que se encontraban sentados a un costado del salón. Estos apenas sonrieron nerviosos, desacostumbrados a ese tipo de eventos.

¡Vamos, señores, digan alguna palabra, no sean tímidos, compañeros! dijo el alemán en un castellano más voluntarioso que logrado.

Uno de los hombres se levantó humildemente. Aclaró la garganta y sonrió. Sus rasgos indígenas y su piel morena volvieron a sorprender en contraste con las facciones del europeo. “Estamos muy agradecidos, señor” Luego hizo el silencio propio de las culturas nativas. Esos silencios que no indican final de enunciado, sino cuidadosa reflexión sobre las palabras a decir. Y siguió, siempre con voz serena pero enérgica, y con modestia y respeto innegables: “Permítame decirle que, en un principio, mi pueblo desconfiaba, pero, la verdad, la convivencia y el trabajo han resultado muy agradables. No tenemos más que palabras buenas para con ustedes”.

Todo el auditorio sentía el orgullo de los los alemanes (y de los gobernantes que aprovechaban la ocasión).

Cuando el germano levantó la copa para quebrar el silencio con un último brindis...

Pero... no lo tomen a mal, pero nosotros vamos a volver a sembrar como antes..., ¿sabe?”, Dijo el campesino.

Otra vez silencio.

Para el indígena era conclusión.

Para el resto desconcierto.

Para el directivo alemán, más, aun más.
Casi desesperante fue su balbuceo, entre ofuscado y mareado: “P... Pero... Si todo funcionó tan bien, y la experiencia fue tan buena... ¿?¿?¿?

El campesino colombiano interrumpió.
O no. Solo aprovecho el espacio que le dio ese cada vez más extenso silencio titubeante del europeo, que sonreía exaltado buscando en esas miradas morenas una mala broma.
Sí, señor, todo fue de maravillas. Por favor, no quiero que me mal entienda...” insistió el sudamericano.

Entonces, entre lo netamente político y los simplemente soberbio, una de las figuras del gobierno local tomó la palabra. Sonriendo bajo su bigotito castaño, se puso de pié, abotonó su saco de mediana calidad y se dirigió a los humildes aldeanos con gesto condescendiente: “Tal vez no nos estemos entendiendo... Con las técnicas innovadoras y científicas de cultivo ustedes pueden lograr abastecer con alimentos a su comunidad a perpetuidad... ¡y sin dañar el medio ambiente! ”. Ensanchó aun más su sonrisa y le echó una mirada cómplice y tranquilizadora al grupo de germanos.

El campesino elaboró una vez más ese silencio. Ese que suena a torpeza de pensamientos en la urbanidad. El mismo que no es más que profunda reflexión, y una búsqueda cuidadosa de las palabras.

Unos segundos después que el sosiego se vuelva desesperante en el auditorio, la voz indígena del hombre buscó su tono más modesto y sincero: “Queremos agradecer su trabajo y su buena voluntad durante estos 4 años. Pero sepa que mi pueblo ha trabajado estos campos durante miles de años, y nunca pasamos hambre, y mucho menos dañamos nuestra tierra... Si tienen tiempo le contamos como lo hacemos...



.

viernes, 25 de julio de 2008

Esta situación es insostenible





.

Inaguantable.

O sea, al principio uno la sobrelleva, pero después comienza a pesar.

Con el paso de los días en un estado de necesidad que se va acrecentando el aire se empieza a viciar de carencia.

Uno sabe que no debe cundir desesperación alguna. A fin de cuentas, es ilógico que su ausencia sea determinante en nuestra vida.


Pero a muchos -muchos- nos pasa: Andamos como perdidos, faltos de inspiración, con arrebatos de pasión errantes que no logran golpear el alma y, extraviados en el camino al corazón, se acomodan en otras partes... no sé, en el intestino delgado tal vez...


Y si me pongo a pensarlo, no puedo.

No me importan, entonces, los silogismos.

Esta falacia es insostenible, por más falacia que sea.

Solo la certeza de su fin alienta el andar. Aunque parece una ceguera del paisaje la esperanza misma.


En fin, muchos sabrán entender, por sentires compartidos, por vivir una experiencia parecida.



Y los que no... bueno, sepan disculpar. De la misma manera que -tal vez por el estado de debilidad- yo no los juzgo por estar ajenos. Ni siquiera a las damas.

.



.






¡¡ NECESITO FÚTBOL !!









.
.
(sí, este blog parece a la deriva, pero es solo un paseo)
.
(cualquier cosa el Libro de Quejas está a su disposición...)
(... y la lista de precios también....)
.
.

miércoles, 23 de julio de 2008

Lo que está costando...

.



... encontrar un poco de tiempo para publicar algo decente.










(jejej, "decente", je, claro, ¡Justo vos!)
.

lunes, 14 de julio de 2008

Se enciende el día en tu corazón.

.

La vista fija en la pendiente rocosa y el viento jugando a revolver sus cabellos.
Frente a sus ojos la ciudad se esparcía como un lienzo al pie de las sierras.

Podríamos vivir acá, ¿no?” dijo Gabriel sin quitar la magia del horizonte.
En la agreste altura el Otro Gabriel soltó un suspiro, y esa fue toda la respuesta.



.

.

..

.


La paz de aquel lugar huyó despavorida. Una mezcla de euforia y hechicería se adueñó de la ciudad con la fuerza de una avalancha.

Las masas formaban manada.
Cientos, miles de almas marchaban en ordinario malón. La ciudad temblaba a cada paso.
Miradas recias. Voces extravagantes.

Vecinos presurosos de guarida cerraban sus ventanas y puertas al paso del peligro.
Otros, más valientes, se animaban a observar de cerca el desfile de aquellos reos de la vida.
Grupo a grupo, malón a malón, manada a manada; esos animales se aglomeraron hasta marchar en un tumulto infinito.



Y eso aun no era nada.



Luego empezó el arcano rito.



Como brotes espurios surgieron los estandartes.

Guerreros de etiqueta negra se alzaron una y otra vez en el ondeo de sus paños.
Mensajes indescifrables para los pobladores del lugar.
Mensajes oscuros. Violentos. Misteriosos.
Banderas que evocaban la letra de quimeras y batallas que nunca acaban de perecer.
Letras de rebeldía incapaces de dormir al frío de las heridas.


La legión se abría paso enmudeciendo las piedras que formaban los caminos.
Y temblaba todo alrededor.
Y latía como un engendro piel adentro.


Y eso aun no era nada.


Súbitamente surgieron entonaciones desparejas, díscolas y aguerridas.
La procesión acompañaba su marcha con grotesca melodía.
Esa cadencia era alegoría del conjuro mismo.
Y se esparcía y multiplicaba en mil matices como una bruma.


Los pobladores osados fueron disminuyendo hasta que no quedo más que la infinidad de ásperos forasteros en macabro movimiento.


En lenta pero alborotada letanía hereje se dirigió la multitud de negados hacía las afueras del pueblo. Lejos del caserío se concentró el corazón mismo de la rebeldía.
El punto de concurrencia se sacudía como las manos de Caín.


Una falsa sensación quiso nacer: Nada había pasado.

La ciudad se despojó del levantamiento, pero antes de respirar aliviada, sintió a aquella aglomeración como el mismo abrazo de Phobos y Deimos.
Y la sensación era más cercana a la expectativa de lo terrible que al reposo.


Y eso aun no era nada.


Aquella reunión mística no supo quedarse en paz.
La turba redobló sus alocuciones.
Las banderas encendieron sus arengas.
El fuego se hizo presente.

Y luego humo y fuego.
Y luego temblor y fuego.


Solo era la espera…

… y luego, lo mejor.


Las luces gritaron.
La noche se hizo más oscura.


Con un estruendo sordo los lienzos se alumbraron en blanco, negro y rojo.
Un perfume voraz envolvió al monumental malón.
Y el último candado roto de la Caja de Pandora se soltó cuando el Cacique se corporizó en medio de la inmensa tribu convocada.


Los pájaros de la noche se volvieron ángeles negros.
El campo se cubrió con la ceremonia ancestral.


Y los ciegos bailaron con los sordos.
Presos de su ilusión bailaron.
Solo por bailar.
Bailar, bailar.
Bailar por las venas y bailar por la soledad.


El Cacique era más que un hombre.
Era muchos hombres. Era fuerza y clamor.
Era lamento mismo de varias vidas que no pudieron matarlo.
En tierra de espectros el bicho más feo se alzó rey.


Como una enfermedad bondadosa se entonaron himnos de amargura y de amor.
Las cadenas ya arrancadas volvieron a desgarrarse entre los prisioneros de un rincón donde no es imposible el regreso a ningún Oktubre.

Un lugar dónde se disculpa los actos de hampón…
…y el sudor vuelve terreno sagrado al campo de batalla.



Esa reunión siniestra que hace mirar a los ancianos con desconfianza y a las madres abrazar a sus retoños…
Ese concilio de negados que sacude el tapiz mismo de la civilización con cantos tribales y arengas salvajes…
Ese séquito de peregrinos que se celebra ante las inocencias y los tesoros invisibles.

Y el Cacique sabe responder y transforma en fiesta al clamor.
Una mariposa que flota como la melodía de su propio país durante un esplendor sin final.
Y nadie sabe lo que es estar vivo hasta sobrevivir a dejarse ganar.
Y es encantador el poder sentirse así…



El veneno se consume. Como si el Séptimo Cielo no fuera más que el sueño de una mala noche de martinis y Tafiroles.


El conjuro pasa del cuerpo al alma y todo se disipa.
El deseo se cumplió.


La mañana barre las últimas escorias de la noche.

La ciudad busca recuperar su ritmo.

Pero algo extraño queda en el viento.

Y los vecinos dudan y se estremecen.
Y las madres se preocupan al ver un brillo distinto en las flores.
Y los ancianos bajan la mirada de los espejos, asustados de verse así.



Resulta que uno siempre es principiante de la vida, y de vez en cuando esa suerte no falla.


Aun las piedras que resbalan por las sierras suenan como un Rock.


En la ciudad quedó la marca de los labios de la revolución.

.





.


.


.


.

El que abandona no tiene premio” dice Gabriel.
El que abandona no tiene premio” repite el Otro Gabriel.




.




Y nadie puede olvidar lo que importa más

(Mirá a Los redondos…)





.

martes, 1 de julio de 2008

Fuego de Otoño

.


.
El llegó en su catramina al país de nunca jamás. Se perdió una, dos o seis veces en calles forasteras. Descubrió nuevos mundos que poco importaban al otro lado de la vía.

Ella esperaba con imagen serena en el encuentro de dos calles. Cuando él la vio no supo si era ella o era la espuma de su mismo deseo. Miró una, dos o seis veces hasta no tener más dudas: En esa esquina la magia llevaba zapatillas.

Buenas noches, señorita, un gusto conocerla al fin” dijo a un tiempo, con el saludo de las almas perdidas de la noche.

Ella sonrió y Laura se llamó en su sonrisa. Sin exhuberancias, pero ardiendo en su nombre.
Él… podría no haber tenido nombre, pero Oberón les gusta a las hadas.

Las miradas se cruzaron unos segundos. Luego ya era suficiente: se tomaron de la mano y se dieron a la fuga entre unicornios y dragones. La espina de cada uno sintió la huída de las miradas encantadas. Y ellos aun de pié en la esquina de la magia.

Buscaron un bar. A decir verdad, Laura lo condujo a un bar paseando en sus zapatillas. Oberón se dejó llevar como se llevan los ángeles desterrados.

Aquel antro era luminoso u oscuro, concurrido o solitario, moderno y olvidado por el tiempo. Un lugar que no supo ser más que circunstancia de un encuentro, y poco importaba cuando Laura revolvía su vaso de gaseosa; y el silencio entre palabra y palabra se guardaba en una cajita de algodón.

Las horas avanzaron sin prisa, y con algunas pausas de irrealidad.
En tres horas ocurrió todo un mundo:
En las palabras de Laura hasta el hombre de las cavernas hacía melodías.
En la mirada de Oberón se podía tomar por asalto a la esperanza.
Laura sabía reñir sin pelear, sabía odiar sin dolor. Y le dolían algunos colores cuando faltaban.
Oberón sabía de dolores y odios. Y peleaba consigo mismo cuando perdía al arco iris.

Entre la necesidad y lo inevitable, él estaba decidido a probar el beso del hechizo.
Laura lo debió esperar tres horas y todo un mundo. Y siempre serenamente.

Justo cuando el intervalo congeló el aire y empujó las ganas, Oberón se sintió besando. Porque lo cierto es que él no la beso. Fue ella. Aunque fue él quien se abalanzó sobre sus labios y la tomó en sus brazos. Aun cuando ella no se movió mucho más que en sus ganas y en su boca para darle la bienvenida.
Ella lo beso. Él se sintió besando.
Las miradas volvían ebrias de su juerga al momento de consumar las ganas.
Y las ganas eran todo.

La noche los envolvió, los sacudió, los agitó.
Oberón abrió el cielo oscuro y regaló el sol sin dañar la tela de la penumbra.
Laura abrigó la luna con un campo de muecas doradas.

Nadie escuchó, nadie los vio.
Su divagar era de pasión y fantasía, de sueños y calor.
Nadie escuchó, nadie los vio.
La noche fría apenas era tan fuerte y pequeña. Un tapiz de fulgor los escondía.

Los minutos se escurrieron hasta encontrarlos en el auto de Oberón. Ella sonreía tanto que su nombre se perdía y encontraba mil veces. Él solo sabía tomarla una y otra vez en sus ansias. El frió, la noche, el mundo, todo desapareció tras las ventanillas empañadas.
La agitación se hizo piel, y la piel se volvió elixir.
Cuando el gemido ahogó el grito de Laura, Oberón se dejó sucumbir.
Por unos instantes nada pasó, los cuerpos se dejaron sentir.
Por unos instantes el deseo tenía demandas propias.
Entonces un beso. Luego otro. Luego otro.
Y algunos más que no hablaban de volver, de seguir, de ser.
Sabían que el despertar es inevitable.
Aun ante el anhelo de eternidad de aquel sueño.


Entonces un beso más. Luego otro. Luego otro.
Y nada más.

Solo la despedida.
Justa, certera, necesaria, ineludible.

Las almas respiraban repletas de satisfacción.
Y en ese estado abrumador, mejor no perder un segundo.
Oberón y Laura entrelazaron una mirada más.
Nadie dijo “te quiero”. Nadie dijo “llamame”, “veámonos otra vez”. Ninguno de los dos gritó desesperado.
Los corazones ya eran tan frágiles como la escarcha y las palabras se encendían letra a letra.
Nadie dijo nada, entonces.

Cada cosa que él hace es mágica” suspiró, y tuvo que concentrarse para acertar la llave en la cerradura. Laura cruzó el umbral de su casa sin volver la vista atrás. No hay otra forma de volver de un sueño.

Oberón se detuvo unos segundos para verla entrar. Los vidrios ya no estaban empañados, pero eso solo fue un indicio vulgar. La somnolencia lo abofeteó, la sensación de un buen sueño lo despertó. “La magia llevaba zapatillas” suspiró antes de poner en movimiento el vehículo.

Nunca antes una catramina había escapado de un sueño.


Era otoño y el fuego sonó entre las hojas.



.

viernes, 27 de junio de 2008

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 13

En una semana no muy productiva para el Blog, me escudo en el pedido de las masas (los 20 o 30 que pasan por acá a ahogar sus penas); y les dejó algo de Yoh para el finde...

.


No sé qué demonios tenía de raro en mi ropa pero…



Yoh: Aaaahhhh, hoy estás vestido tierno (sic)

Yo (sonriendo sarcásticamente): Yo soy tierno

Yoh: Noooo, vos sos una porquería...


.



Le faltaba tinta a la impresora…



Yo: De los cartuchos de colores, ¿Cuál te falta?, fijate.

Yoh:
El "Cian"

Yo (totalmente desconcertado, lo admito):
… er… no sé cual es…

Yoh:
¿Cómo no sabés cuál es?

Yo:
Soy, hombre, Yoh. Solo conozco 16 colores. A partir de allí todo es “clarito”, “oscuro”, “más clarito”, "parecido al estiércol", …

Yoh: Esperá… (revisa otra vez la impresora) me parece que es el magenta el que falta… (la hice dudar, jha!)

Yo:
¿¡”Magenta”!? ¿¡¿Y eso?!?

Yoh:
… sí… ¡Sí, el cartucho de tinta magenta!

Yo (ya exasperado):
¡¿¡¿¿CELESTE, ROJO O AMARILLO?!?!?!

.



Lo nuestro no es la comunicación…



Yoh (me venía hablando de no se qué cosas porque no le estaba prestando atención): Blablablablablablablabla…, (se da cuenta)
¿Me éstas escuchando?

Yo: Te estaba Oyendo, no escuchando… Hoy quiero cuidar mi salud así que elegí no escucharte.

Y un rato después….

Yoh: Blalalablablablabla….¿sabías?

Yo(otra vez sin escucharla para nada) (ni siquiera quité la vista del monitor de hecho) :
¡Pero que cosas taaaan poco interesantes tenés hoy para contar!



..


Y sí…


Soy una porquería...

(y no tan tierna)

.