viernes, 30 de mayo de 2008

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 11

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Para no hablarnos a los gritos en la fábrica…



Yoh: Cuando están en el fondo o arriba no puedo estar gritando desde la oficina.

Hughe: Tendríamos que tener Handies acá, así tipo McDonalds…

Yo: … ¿?

Yoh: ¡Sííííí, esos que van acá en la oreja!

Hughe: ¡¡¡Podríamos tener un Big Mac mejor!!!

Yoh (con vos de idiota monocorde): “Big Mac con papas grandes, ¿desea algo más?”

Hughe: jajajajaja

Yoh: jajajajaaj

Yo (atónito): A veces me asustan ustedes dos…

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No sea cosa que te agites…


Yoh: ¡Me tiene podrida la escalera! ¡Subí y bajé como 10 veces hoy!

Yo: ¿10 veces? ¿Eso es mucho?


Yoh: ¡Tendríamos que poner un caño acá para bajar!

Yo: ¿Un caño?, ¿Vos te ves bajando un caño como el de los bomberos?

Yoh (claramente emocionada): ¡Un caño como en lo de Tinelli!

Yo: Yoh, llegamos a ponerte un caño acá a vos y no te despegamos nunca más… ¿Después que le digo a tu hija cuando llame porque no volviste en semanas a tu casa? “No te preocupes, Juli, en cuanto mamá termine de bailar en el caño vuelve…

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Y sí.

Cada día me convenzo más...

...este trabajo es insalubre...

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miércoles, 28 de mayo de 2008

Impulso

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Corre Mayo y su aliento deja escarcha en los vidrios de Buenos Aires.

En la fábrica hace frío. Mucho.
Y las manos se ajan entre tanto combate con las herramientas.
Y cada bocanada de aire hace vapor al despedirse de los labios.

Llega el mediodía, suena la campana, y los motores se detienen.

El bullicio del trabajo se toma un respiro para comer.

Hace frío, mucho.
Y el viento gélido y huracanado aplasta todo ánimo para salir a comprar algo de pan y mortadela.
Y las manos se ocultan en los bolsillos del buzo en plan de huelga de todo intento.


El muchacho se acurruca solitario entre unas cajas.

No se sienta a comer como el resto de los operarios.
No conversa y discute como el resto de los empleados.
No habla de sus proezas de fin de semana y baile como el resto de los jóvenes.

Y tirita de frío, como todos.

Su mirada marrón se pierde a través del cristal congelado de la ventana.
La baja temperatura dibuja matices morados en su piel morena.
El viento sacude árboles y arremolina las hojas.
Y el muchacho tirita. Y mira por la ventana.

Hace frío, mucho.
Entre las cajas de la fábrica como entre las casillas de la villa.
Y, encima, hace frío.

El muchacho imagina cosas que no tiene.
Su estómago se queja, porque el hambre aumenta el frío.
Las pocas monedas que tiene reservadas para el almuerzo descansan serenas. El frío le gana al estómago. Pero no a las ganas. Y mirando por la ventana se pierde otra vez.
Entre las cajas que lo arropan anhela con mucho más de lo que tiene. Anhela lo que cuesta, lo que falta y lo que no se resigna el alma a ver como imposible.
Sus manos duras casi escaparían de su abrigo para capturar el calor.
Porque cuando hace frío el deseo no necesita ser extravagante y lujoso.

Mientras divaga y persigue ansias, la ventana enmudece.
Sutil, etéreo, gracioso y brillante, un colibrí se posa en el aire.
Entre los cartones la sorpresa empuja al joven hacia delante.
Sus ojos abiertos de sorpresa anteceden a una mueca de intriga y fascinación.

Menudo y liviano, casi impalpable y mágico, el pajarillo lo mira en un delicado vaivén de su cuerpecito. Afuera se podría levantar un vendaval, que aquel animalito flotaría indiferente.
No puede ser”, piensa el muchacho de manos duras. “Con éste frío, ¿un colibrí?, no puede ser…” insiste.



El receso termina. Los motores de las máquinas se encienden. El bullicio del trabajo cubre la queja de los estómagos.
Las manos buscan las ásperas herramientas.

El muchacho de piel morena y ojos marrones obliga a sus propias manos.


En la fábrica hace frío.
Mucho.




Pero él sabe que sus sueños siguen vivos allá afuera.


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lunes, 26 de mayo de 2008

Sobre fútbol y mujeres nunca está todo dicho…

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Yo: … y Tévez es el primer argentino que gana las copas más importantes de Europa y América.

Cachorra:
¿En el mundo?

Yo: Sí, en el mundo es el único ARGENTINO que lo hizo. Ganó la Libertadores con Boca y la Champion League con el Manchester. Aparte ganó la Intercontinental también con Boca; lo que ahora es el Mundial de Clubes, que también lo puede llegar a ganar este año con el Manchester.

Cachorra:
¿La Champion la ganó con el Manchester?

Yo:
Sep, salió campeón de la Liga Inglesa y Ganó la Champion League también con el Manchester.

Cachorra (mientras hace memoria en un tema en el que tiene datos sueltos) :
¿Por Qué no hay EQUIPOS EUROPEOS que hayan ganado la LIBERTADORES?

Yo:
… porque… (y acá no pongo nada para ver cuántos lo sacan a la primera)

Cachorra (repasando lo que dijo y cayendo en su error): ¡¡¡Y NO PODÉS PONERLO EN TU BLOG!!!



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Jajaja.






Sí,






pude.




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viernes, 23 de mayo de 2008

Creo fervientemente...

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...que todo “ojalá” debe inducir a la voluntad.





(La suerte es buena, pero nos mantiene atados a la suerte)
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miércoles, 21 de mayo de 2008

Cristal

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Llevaban años juntos. Se enamoraron en su juventud, y desde entonces aprendieron a entenderse, acompañarse y respaldarse.

Se sentían y respetaban. Se ayudaban y contenían.
Ella era una mujer que sin destacarse lograba ser única.
El era un hombre sosegado y discreto del montón.

Ella tenía mil manías.
Él apenas alguna


Ella llegaba a obsesionarse.
El siempre sabía acomodarse.

Ella era capaz de reordenar 10 veces un mismo cajón; de molestarse hasta la médula si encontraba un libro subrayado, un CD fuera de su caja, un cuadro desnivelado, una palabra fuera de lugar.

El no compartía el mismo vaso con nadie y leía el periódico de atrás para adelante.

Fuera de eso toleraba y acompañaba con tierna paciencia. Consideraba que había cosas más graves de las cuales preocuparse. Y de las situaciones cotidianas bastaba con ocuparse.

Rara vez peleaban. Bastaba con que ella reordenara alguna idea salida de su boca para que él guardara silencio. En cuanto el enojo se hacía presente, él apuraba a pacificar a su mujer con gestos de comprensión y entrega. Algunas veces ella entendía sus errores y se sentía bastante culpable. Otras ella aceptaba las disculpas y la culpa era menor. Sea como sea, él moldeaba su temperamento en lo que, según él mismo decía, era una forma de ser feliz y hacer feliz a un tiempo.

Claro, tenían problemas, como todos. Pero no entre ellos, él procuraba que eso sea un cristal indemne. “La vida misma pone escollos como para tener que ponerlos nosotros” repetía él. Y ella se sentía amparada en un sabio protector. Entonces, cuando alguna cuenta apremiaba, o algo se rompía, o un inconveniente surgía; él tomaba asunto por asunto y los resolvía serenamente antes de que ella pueda tomar conciencia de crisis.

Aquella noche especial ella planeó una cena distinta, y compró una botella de fino vino tinto. Dado que el azar no los había sorprendido; y a pesar de haber comentado el tema mil veces; la charla de esa noche podría ser la decisión voluntaria y estudiada de convertirse en padres.

Ella estaba tan ansiosa que tropezó con ella misma un par de veces: El pollo se doró más de lo debido, dejando toda la casa con olor. En su afán de crear el marco perfecto manchó con cera el mantel y su propia ropa al prender las velas de la mesa del comedor. Y aquel CD romántico y perfecto, increíblemente para su cuidado, no estaba en su correspondiente caja.

El tuvo un día agotador en el trabajo. Apenas cruzó el umbral del hogar, sonrió. Ella lo besó y exhaló algo de fastidio. El sintió el aroma desde la entrada y apeteció la cena. Se sentó a la mesa y elogió la penumbra romántica que el destello de las velas creaba. La mancha en la ropa pasó desapercibida. El equipo de audio dejaba que el silencio resaltara la melodía de los amantes.

Terminada la comida, llegó la charla. En el sofá grande de la sala no hubo debate ni exposiciones. El y ella querían lo mismo, un hijo no sería una sorpresa. Ambos dejaron que la emoción inunde sus ojos.

Y destaparon una botella para brindar. Un fino vino tinto, el favorito de ambos desde siempre. Las dos copas se llenaron entre besos y caricias. Los dos bebieron entre besos y caricias. El fuego aumentaba a medida que la botella se vaciaba. Y entre besos y caricias estalló el cristal contra el suelo. Ella se quedó sin copa, pero apenas hizo una mueca, nada más. El ni siquiera eso. Bastaba con ir a buscar otra copa a la cocina y terminar el vino que quedaba. Ella lo detuvo. Encendida y emocionada lo tomó en un beso apasionado.


El sonrió. Bebió otro sorbo de su copa y le dijo “Te traigo una para vos, o ¿acaso pensás dejarme tomar solo?”.

Ella devolvió la sonrisa y le arrebató la copa de las manos. “No hace falta” le dijo meneando el recipiente.

El quedó inmóvil y su aliento se liberó en una sutil ráfaga. “Te voy a buscar una copa, no hace falta compartir el vaso”

Entre la euforia y el alcohol, ella siguió el juego divertida “Mejor no… Uso tu copa, así conozco tus secretos. Y río.

El frunció el seño en una mirada desafiante y altiva.


Ella aceptó el desafío.

En cuanto sus labios tocaron la copa, la esencia más oculta de su amado le inundó la mente y el pecho.

El pánico mismo que ahogó su alma se volvió un grito que atravesó el silencio de la casa un instante antes de que el cuerpo sin vida se derrumbara.



Para cuando las velas se habían consumido él ya había escapado llevando un secreto más sobre sus hombros.

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lunes, 19 de mayo de 2008

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 10

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Tengo un problema que se repite un par de veces al día...
(porque no solo Yo la banco a ella)



La oficina tiene dos estantes llenos de biblioratos y carpetas. Cada vez que tengo que buscar una en particular parece que mi cabeza no tiene la capacidad para discernir a partir de la simple identificación que tienen en su “lomo” (el borde).

La mejor solución que encontré a mi problema es pararme como un imbécil mirándo hacia los estantes y preguntarle a Yoh.

Entonces, un par -o dos o tres... o mil... - de veces por día se repite ésta situación….

Yo: Che… Yoh…. Tengo un problema… No encuentro una carpeta…

Yoh: ¿¡Otra vez?! ¿¡Puede ser?! ¿¡Qué carpeta no encontrás?!

Yo (sin quitar la mirada perdida de los estantes): La de “empleados” (ponele)

Yoh: ¿¡¿Puede ser que seas taaaaaan idioooota?!? ¡¡Seguro que la tenés delante de tuyo!! A ver… ¡Correte!

Yo (moviéndome un poco para no taparle la visión): Pero… no la veeeeooooooo…. (sí, casi cantando lo dije).

Yoh: ¡¡Pero sos pelotudo!! ¡¡Ahí está!! ¡¡Justo delante tuyo!! ¡¿¡ No te dije que sos un tarado!?! ¡¡Pero que idiota!!

Yo (con mi sonrisita simpática): Bueeeenoooo… Sabés que tengo un problemita…

Yoh: ¡¡Sí, que sos un boludo que no podés encontrar una carpeta que está frente a tus ojos!! ¡¡Todos los días lo mismo!!

Yo: … ¿Sabés qué?

Yoh: ¿¡Ahora qué?!

Yo (aun con mi “sonrisita”): … todavía sigo perdiendo menos tiempo escuchando como me puteas que el que perdería buscando la carpeta…



Y sí…

Se repite un par -diez, cien, mil - de veces por día…

Yo tampoco me bancaría.
(de hecho, yo me molería a golpes).


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viernes, 16 de mayo de 2008

La herencia de un sueño.

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A cuento de la renuncia de nuestro país a la posesión del territorio de Tarija (Bolivia) en 1889, una compañera (Profesorado de Ciencias Sociales) a la que llamaremos “básica” –por no mencionar su verdadero nombre (la verdad es que no lo sé)- puso primera, aceleró, mordió la banquina y cayó por el barranco con el siguiente comentario:

“Igual, ¿Para qué queríamos esa zona que no tiene nada? En comparación al resto del país es un desierto, y tampoco hay mucha población cultural…” (SIC) (Siempre quise poner “SIC”).

Algo andaba mal. Mi cabeza no lograba encajar las piezas. Algo debía andar realmente mall. Mis oídos deben haber caído presos de un hechizo que los transformaba en dos embudos de piel donde el sonido resuena sin tomar forma. O mi mente debe estar bajo le poder místico de alguna rima de Belén Francese, viéndose imposibilitada de congeniar conceptos y articular palabras. O algo. Lo que sea. Pero no puedo haber escuchado lo que escuché, entendido lo que entendí.

Lo que no puedo es quedarme callado. Hay valoraciones que, más allá de rozar la estupidez y dejar manifiesta una falta de cultura y criterio, sacan lo peor de mí. O lo mejor.





Pero no llegué a decir nada.




La profesora al mando de la clase conoce de mis formas. De mi apetito por el conocimiento –originado en la gran ignorancia-. De las gratas convulsiones que me produce la discusión misma. De mi oratoria indómita y embrollada en estado imperioso. De mi personalidad pedante, ácida y orgullosa que lanza a puñaladas las palabras cuando la ilustración apremia mi sangre y el juicio la hierve.




Pero no llegué a decir nada.




La docente se giró directamente hacía mí y ocupó el brevísimo suspiro que me tomé para agendarme también algo de pólvora para el término “población cultural” y hacerlo pedazos por la acepción que “básica” pretendió darle.




“Esperá que voy a hablar yo”, ME dijo la profesora (y mi Ego aumentó un poco más), “Vamos a considerar lo que dijiste”, le dijo a “básica”; y se dedicó unos 15 minutos a reordenar ideas, explicar conceptos y sancionar faltas en un tono que variaba y mezclaba el reto sentido y la enseñanza necesaria. Luego de que la tensión se diluyó y la instrucción ganó su lugar, “básica” murmuró una disculpa por lo que podríamos haber resentido los demás.



Nobleza obliga: "básica" entendió y adecuó ideas e historia; y disculpó su enunciado nefasto. Puedo llamarla por su nombre, entonces.







No debería haber nada que agregar.





La altísima herencia cultural del Norte Argentino, así como Tarija y toda la hermana Bolivia; cuenta entre sus fuentes con la inestimable, prodigiosa y admirable raíz Incaica.



Ese es el tesoro más grande de ese “desierto” –que, por cierto, es fecundo en minerales también-: La propia identidad que es parte de mi propio ser, así el Río de La Plata parezca tan distante de aquellas tierras.




Asalta mi mente una estrofa del sublime
Taki Ongoy de Víctor Heredia, y como un manifiesto de hermandad, el gran lider nacido en Perú se me desdibuja y mezcla con Bolivia y Argentina:


“Tupac Amarú no ha muerto.
¿Quién puede matar un sueño?


(Sólo la ignorancia, supongo)



La imagen corresponde al legendario Machu Picchu, en Perú.
El mismo sueño que nutrió Bolivia, Ecuador, Chile y Argentina.

El mismo sueño del que me siento, soy y elijo ser parte.

martes, 13 de mayo de 2008

Gualicho

Puede ser chaparrón
pero también tormenta
¡No quiero verte más!
¿Será así mi ceguera?

(Patricio rey y sus Redonditos de Ricota)

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“Estaba pensando en nosotros” dijo ella.

“¿En…?” preguntó él.

“Nada.. no sé… pensando…”

“… ¿En?” insistió él algo molesto.

Ella se inclinó sobre la mesa acercando su cuerpo hacia él.

“¿Y?” preguntó él irritado, “¿En qué pensabas?”

Ella sonrió, jugó con la cadenita que rodeaba su cuello, miró de reojo al mozo octogenario que atendía una mesa cercana, suspiró una vez, apretó los dientes y volvió a suspirar pero más fuerte.

Él, a decir verdad, tembló. Imitó la postura de ella, bajó la mirada y le tomó la mano. “¿Me vas a decir?” Su tono era más blando ahora.

“¿Me das un beso?” dijo ella y acercó su rostro al de él.

Él hizo una mueca de sonrisa y recorrió la breve distancia que separaba sus labios.


Sus cuerpos se apretaron contra el borde de la mesita del bar.
El roce de sus bocas no hizo ruido.


Cuando el beso acabó él no pudo reaccionar.


Ella se levantó de la mesa y lo dejó para siempre.


Apenas dos o tres nubes caminaban el cielo de esa tarde.

lunes, 12 de mayo de 2008

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 9

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Después de un fin de semana que me dejó con gripe y pocas horas de sueño…


Yo: Dormí re poco y me siento mal. Hoy me voy a mandar cagada tras cagada. Va a ser terrible.

Yoh: Uuuhhhh…. ¿Tan mal te sentís?

Yo: Sí, estoy hecho percha, pero ¿sabés que es lo mejor?

Yoh: ¿Qué?

Yo: Que tengo tanto sueño y tanta fiebre que estoy como en una nebulosa. ¡Va a ser un desastre mi desempeño hoy!

Yoh: Jajaja, ¿Por qué es “lo mejor”?

Yo: Porque me siento tan mal que ¡¡¡ME CREO INIMPUTABLE!!!!


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Mientras junta sus cosas y se despide…



Yoh: Bueeeenooooo… ¡Este cuerpo tallado a mano se retiraaaaaa!

Yo (como siempre, sin siquiera mirarla): ¿Tallado a mano? ¡A mazazos lo hicieron!


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Charlando sobre el festival “Alas” que se va a hacer en la costanera…



Yo: … no sé, no creo que vaya. No me gusta casi nadie de los que van a estar. ALEJANDRO SANZ me parece un capo… pero me parece que no viene ALEJANDRO…

Yoh (ajena a cualquier sinapsis neuronal): …pero viene SANZ…

Yo: … er… ¿Yoh? …¡¿¡¿¡VOS ESTAS ESCUCHANDO LA CONVERSACIÓN!?!?!



Y sí…

A veces me saca la facilidad que tiene para seguir una conversación a kilómetros de la coherencia…



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jueves, 8 de mayo de 2008

Ecos de la tragedia

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La bella doncella sentía al viento estremecer todo su cuerpo con violencia y maldad. Una y otra vez los puños del huracán la azotaban. La piedad no podía reconocer llantos ni súplicas.

El acantilado rugía voraz y egoísta. Era una pesadilla que podía elevarse como un dragón de piedra y arrastrarla lastimando sus blandos pies.




El mar rompía oscuro sobre las rocas. Un clamor desesperado de la muerte se agitaba en las profundidades del agua. Y anidaba en un alma inocente y espantada.



El cielo solo se adivinaba entre tinieblas danzantes. La joven tornó su cara hacia la negra bóveda y rogó piedad. La luna no pudo soportarlo y tomo una copa de olvido. El trago fue amargo y salado, nutrido de alguna lágrima prófuga.



Aquella dama era apenas una tenue espuma de miedo pendiendo del pánico mismo.



Su ropa hecha jirones. Su cuerpo dañado. Su ser buscando que la velocidad haga su jugada. No importa el juego: salvarse o morir. Que sea veloz rogaba a los ángeles.



Un destello de coraje creció en su pecho. Las situaciones límites tienen poderes impensados para la respiración vulgar y cotidiana. El deseo de vivir, el instinto de no morir.



Tal vez la desesperación sea más poderosa que cualquier respuesta del cielo.



Sus ojos de zafiro se clavaron en aquella criatura gigantesca y temible.
Impostó su femenina figura tanto como se lo permitieron el viento y ese brazo gigantesco que la sostenía colgando de sus ropas sobre el abismo.
Tragó saliva obviando el gusto metálico de la sangre.

El tiempo se acababa.
Quizás no tanto por la impaciencia y desenfreno del descomunal golem que la tenía presa.
Quizás no tanto por el tiempo mismo.
El problema es el coraje. En un segundo se presenta y en un segundo se pierde.



Un latido antes del final… gritó.
No por el terror que ella padecía.


Mucho menos aun por intención alguna de provocarlo en ese magnífico y salvaje monstruo.



Gritó por coraje.



No me mate, se lo ruego” llegó a pronunciar antes de desmoronarse en llanto nuevamente.



La agitación en su pecho marcó el paso de los momentos.


El plomizo brazo aun la sostenía firme con rudeza y facilidad.
Las miradas se encontraron y la confusión se volvió posibilidad.



El coraje le dio un primer aliento.
En una segunda bocanada recordó las fábulas de su abuelo.
No me mate. ¿Qué sentido tendría?



No hubo respuesta alguna. Ni siquiera un gesto del fiero gigante.



La joven doncella se sintió reconfortada. Su abuelo tenía razón: Los golems son seres descerebrados, errantes y rudimentarios. Son solo el despojo animado de una maldad. Apenas materia danzando por el mandato de alguna magia. Y cuando el amo del hechizo muere o abandona, los golems no son más que vagabundos desorientados, reos de dudosa suerte, huérfanos abrigados de fiereza.



Si no fuera por el poderoso efecto del llanto y el terror, podría haber llegado a escurrirse una mueca de sonrisa fugaz, un atisbo de esperanza en la dulce y pálida tez de la joven.



Con voz firme y segura, pero dócil y tierna, prosiguió con su astucia: “¿Qué mayor grandeza podría existir para quien tiene el poder de decidir una vida que la piedad? Permítame vivir y haré de este incidente un cántico que entonen los bardos; y su piedad será una alegoría sobre la grandeza que volará sobre todos los reinos del hombre y las bestias



Cuando el eco de su última palabra abandonó sus oídos, el tormento emergió desde su aparente sosiego. La incertidumbre, la esperanza, el agobio del resultado; todo un mundo de estremecimientos cabía en el espacio de sus miradas.



Seres descerebrados” se repetía.


Un intento más” se alentaba.



El gigantesco golem arqueó su brazo aproximando sus fauces a las facciones cada vez más alteradas de la doncella.


Los alientos se encontraron.


El hedor mismo ganó el campo de batalla de la distancia entre sus bocas.



No fue coraje ésta vez. Fue la opresión la que lanzó la última estocada: “Su piedad será para mí como la vida que se renueva. ¿No puede sentirlo? ¡Es la grandeza misma que anida en los dioses!





El rostro impasible y atroz se torció en un mohín de odio y satisfacción…



…Y la doncella sintió su sangre helarse. Sus pupilas se volvieron diminutas espinas de hielo lastimando su mente.


Cuando el soberbio golem habló, el viento dejó un vaho de equívoco en los intentos de la joven. El lóbrego abismo arrasó impetuosamente con todas las historias de “criaturas descerebradas” que contaba su abuelo.



¿La grandeza de los dioses?...” susurró atronadoramente el gigante. La voz sepulcral y profunda incendiaba de padecimiento los oídos de la doncella. “La grandeza de quitar, de causar muerte por el simple capricho de la voluntad. La grandeza del terror mismo



La doncella ya estaba muerta cuando el viento la enredó en atropellada caída. El alarido del final resonó en su pecho antes de confundirse entre el mar, las rocas y su propia sangre.



Los bardos cantan sobre padecimiento y desesperanza. Sobre poder y grandeza.



Los reinos de hombres y bestias se estremecen al evocar al gigante gris.









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Cuando el golem se alejó del despeñadero la luna aun bebía.




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lunes, 5 de mayo de 2008

La cosa está jodida

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Fui a comprar a lo de un proveedor.

La cosa está jodida. Se sabe.

Por eso no es de extrañar que para pagar y retirar el producto haya tenido que atravesar dos portones eléctricos después de identificarme debidamente.

Justo antes de salir, cuando me dan la factura y mi vuelto, me detengo unos segundos en la caja para acomodar y revisar los billetes y monedas que me dieron.

La señora de la caja me observa unos desesperantes –para ella- segundos.

Disculpame. Te pido que vayas saliendo que tengo que abrirte la reja” me apura mientras yo aun no había terminado de guardar el cambio.

O sea… Por cuestiones, también de seguridad, me parece mejor contar plata dentro del local.

O sea… No estoy haciendote perder tu precioso tiempo –que debés usar para jugar al Buscaminas en la PC- con otra cosa que no sea acomodar el vuelto que VOS me diste por comprar en la empresa en la que VOS trabajás.

O sea… o soy tu cliente… o mejor aun, soy cliente de tu jefe, por lo tanto VOS estás ahí atendiendo porque YO estoy acá comprando.

Mientras termino de juntar el dinero, imperturbable ante la celeridad pretendida, y con sonrisa socarrona le digo: “Podría apurarme… Pero como A USTED en éste momento NO LE PAGAN POR HACER NADA MEJOR QUE ATENDERME…”.

Mientras la vieja de la caja intenta la sinopsis entre su única neurona y su hígado para responder algo, yo me alejo a paso tranquilo.

Ni siquiera a mis espaldas hubo réplica alguna. La vieja usó toda su capacidad mental en apretar el interruptor de la cerradura eléctrica de la puerta para ponerme en libertad.


Sí… la cosa está jodida.

Yo lo soy.



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viernes, 2 de mayo de 2008

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 8

(Para los que estaban reclamando más de Yoh)
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Revisando las planillas de sueldo…


Yoh: No alcanza para nada el sueldo. ¿Viste que cada vez rinde menos? Me enferma andar pensando en la plata. Vos que tenés que sacar los sueldos todos los meses, ¿Cómo hacés para no volverte loco?

Yo: No pienso en la plata. Solo considero números y operaciones matemáticas.

Algo así como cambiar las ganas de salir a matar gente por un poco de ejercicio mental…





Suena el teléfono…


El teléfono del escritorio de Yoh es de esos inalámbricos que uno debe encenderlos para poder atender (apretando la “teclita”, para los más básicos).

Yoh (levantando el tubo de arriba de la mesa): Hola………….. ¡hola!............ ¿hola? ……….¡¡¡Hola!!! ....

En ese instante mira el tubo y lo enciende acompañando la acción con un “¡¡¡Que boluda!!!

Yo: Acá no se le discute nada a nadie.


En la última semana hizo lo mismo como 20 veces…




Con la hijita por teléfono…

Yoh: ¿Ah, sí?.... ¿y a dónde?.... ajajajaja (deja de lado el teléfono y me dice) ¡Mi hija quiere que vayamos a Júpiter, jajaja!

Yo (siempre serio): La cuestión es animarse, Yoh. Vas y probás. Por ahí conseguís algún laburo y viven mejor allá.




Y sí...

Esa nena debe fumar algo...


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