lunes, 27 de julio de 2009

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 21

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Sí, 21.
Pero acá no hay mayoría de edad que valga...

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Yoh estaba mirando un resumen de cuenta del Burguesito, mientras intentaba hacer cuentas mentalmente y revisar gastos…

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Yo: ¿Pasa algo? Tenés cara de que hay problemas…

Yoh: No…. Bah, no sé… Hay una sola cosa que no entiendo….

Yo: ¿Una sola? ¿Y qué hay del alfabeto, el teorema de Pitágoras, las voces en el teléfono, el misterio mágico del picaporte….?



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Era el “día de la mujer” y salió un clásico…

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Yoh: ¡No me dijiste feliz día!

Yo (sin mirarla, sin siquiera poner brillo alguno en la voz): Mirá que sos bruta, eh... El 29 de Abril es el día del animal, Yoh….

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Yoh me interrumpió “una siesta de oficina”…

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Yoh: ¿Te cuento algo?

Yo (sin abrir los ojos, acomodado en mi silla): NO

Yoh: Tuve un sueño...

Yo (cero bola): Ajhá

Yoh: Un sueño re fuerte tuve.

Yo: Ajhá… ¿Estaba yo?

Yoh: No

Yo: ¿Seguro?

Yoh: Sí, seguro.

Yo: Mirá que todo bien, no hay problema. Sueños grandes, sueños chicos, pesadillas, ideas trastornadas… por mí soñá lo que quieras que realmente me interesa un corno.

Yoh: Que boludo que sos.

Yo: Yo, por mi parte, si llego a soñar con vos, siempre y cuando mi cuerpo resista el tormento, y mi suerte impiadosa, de garca que es, me haga despertar y encima acordarme de eso,… me tiro desde la terraza.

Yoh:

Yo (volviendo a acomodarme en mi siesta):
¿Viste que era mejor que no me cuentes nada?


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Y sí...

Me adelanto a su duda: Aun uso la palabra "corno", me resulta formidable...

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lunes, 20 de julio de 2009

¿Acaso puede decirse que las sombras...

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...no son reales?





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-Eres una persona extraordinaria. Nunca das lecciones de moralidad y nunca haces nada malo. Tu cinismo no es más que una afectación.
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-La naturalidad también es una afectación, y la más irritante que conozco - exclamó lord Henry, echándose a reír.
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El Retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde.
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martes, 14 de julio de 2009

Y derrotan las tormentas

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Mis amigos son unos malhechores,

convictos de atrapar sueños al vuelo.

Que aplauden cuando el sol se trepa al cielo

y me abren su corazón como las flores.





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No será sencillo explicar las reglas. No de este juego, y no de esta manera. No es extraño que algo tan simple sea tan pero tan complicado.
Se trata de lazos, se trata de causas, se trata de azares. Se trata de participantes que solo tienen el juego como objetivo. Se trata afectos, de carcajadas sin sentido.

Fichas distintas, de diversos colores, pasan de mano en mano, de boca en boca. Entre nosotros eso ocurre, y cómo empezó poco importa.

Parece un problema esto de jugar sin tablero. Parece imposible si nadie escribe las reglas, si nadie toma los tiempos. Parecemos juntos el equipo local de todos juegos.

Más tarde o más temprano, todos buscan alguna bisagra rota, una cerradura muerta, una puerta gastada. Más tarde o más temprano la encuentran, y no se animan a cruzarla.

En esos caminos, esos que se abandonan. En esos caminos que se llenan de fango. En las noches siniestras, en los oscuros pasados. O cuando falta la luz entre ojos cerrados.

¿Quién no quisiera ser de la partida?
¿Quién pudiera pedir asilo en medio de la tormenta…
… y volver con la caballería a enfrentar al fin del mundo en batalla abierta?
¿Qué clase de alma no ha implorado a las hadas?
¿Qué clase de hada se atrevería a responder al llamado?

Cuando la congoja pide algo más que diálogo y las horas no importan; cuando los minutos son demasiados.
Cuando se busca algo puro, cuando aun se cree en algo.
Cuando el viaje y la lucha parecen muy solitarios.

¿Qué clase de hada es ésta que ha caído tan bajo?
¿Por qué esos rufianes vuelan?
¿Qué clase de alas ella les ha dado?

Reverbera la risa, se funden los espacios, la madrugada besa los ojos de los trasnochados.
El café da revancha entre las cuerdas de una guitarra.
La amistad canta victoria antes de que llegue la mañana.

Como una logia con su norma sagrada,
arrojamos el dado a la suerte de nuestros días.
Sobre alguna de sus caras late gastada la utopía,
dibujada en las otras con trazo claro, los lazos para alcanzarla.

En tiempos difíciles para andarse con juegos,
por causas y azares nos cruzamos.
Una a una las fichas se van coloreando.
Con el fulgor de un hada imprescindible
habrá razones de sobra para seguir jugando.


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Mis amigos son gente cumplidora

que acuden cuando saben que yo espero.

Si les roza la muerte disimulan.

Que pa' ellos la amistad es lo primero.

Joan Manuel Serrat

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miércoles, 8 de julio de 2009

Desconfío

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Se reparten roles.

Al azar se reparten.

Con el capricho de las cartas se definen los ladrones, médicos y policías.
Con lo que quede, pero sin llamar a la realidad, haremos un pueblo.

Arbitrariamente se definen las cartas caprichosas.

Voluntariamente se acepta el arbitrio de las reglas, el capricho de las cartas, el juego de los roles.



La suerte no se echa en reglas.

El exceso de las palabras o el resguardo de las mismas se vuelve necesario.

Cuidar los silencios.

Los ladrones matan escondidos en los silencios. Matan y no se vuelven asesinos.

Un policía busca darles caza... y los caza a ciegas.

Un médico busca salvar. Salvar al policía, al pueblo, a si mismo.

Y el pueblo no sabe ser a pesar de que Dios pide que así sea.


Los debates son truncos. Solo son un juego de máscaras.
Para ocultarse o para mostrarse.
Y, también para engañar.


Como si en su intento de ser pueblo no pudiera escapar a la felonía, se acepta al muerto en la primera ronda. Sea quién sea ya no importa.


No basta como precedente. Tal vez esté en las reglas pero igual se siente como una afrenta a su propia significación de lazos:

El "pueblo"... los que son, los que dicen ser, algunos...

El pueblo echa a uno del pueblo... toda una afrenta.

¿Lo acusan de ladrón?
Tal vez.

Pero es burda desconfianza la acusación.

Incluso puede ser solo la salida más sencilla para desterrar el incesante correr de las palabras.


Siempre hay uno que complica las cosas.

Todo lo posible por tergiversar el juego pasa por, al menos, un par de manos.

Y aun así, voluntariamente, se acepta el arbitrio de las reglas, el capricho de las cartas, el juego de los roles.


Ocurrirá el silencio como camino. Ocurrirá la risa como desenlace. Ocurrirá una victoria que poco importa a unos y otros.

Porque a medida que avancen las rondas, el policía se desarmará entre el pueblo, el médico hará lo suyo sin saber bien a quién ni qué demonios; el pueblo se sentirá más y más solo... y los ladrones apenas querrán ser sobrevivientes.

Y unos y otros, solo tal vez... y desconfiando hasta de los silencios.

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Si no paso de la primera ronda sabré que estoy ante un grupo,
cuanto menos, precavido.

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miércoles, 1 de julio de 2009

Si me hablan de un "malón" de amigos...

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... sospecharé que hay más indios que amigos...


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(y no solo de jodido que soy)
(o sí, pero está bien)

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