viernes, 26 de octubre de 2012

Momentos emotivos con mi compañera de oficina 28




Se levanta Yoh (posta, estaba acostada)  y busca algo en uno de los armarios...


Yoh: Che... ¿No había jabones acá...?

Yo: No... te los llevaste todos a tu casa.



Suena el teléfono en la oficina...


Yoh (sí, otra vez acostada): ¿Podés atender?

Yo: (atiendo, intercambio unos balbuceos y corto la comunicación).

Yoh: ¿Quién era?

Yo: No sé. Atendí, pero realmente no estaba escuchando.



Horas de paz... 


Yoh: ¿Este (el Burguesito/dueño) no va a venir en todo el día?

Yo: No, pero seguro que si salgo dos cuadras al super a comprar unas galletitas justo cae para decir que no estoy nunca en la oficina.




Sí, volvimos.
Porque salió el sol, el día está lindo y esto es una mazmorra con computadoras.

jueves, 24 de mayo de 2012

La hora de la porquería









- Pero… ¿lo ha oído usté a Don Mariano? Le brota la sangre por las palabras, ¡eso es pasión!



- - ¿Pasión? – dijo Don Pascual mientras acicalaba su barba y bigote – Pasiones son las que sobran, muchacho. Acá mucha pasión nos va a tirar pa la mesma porquería que queremos sacarnos de encima.


- Jajajaja – la risa del joven era fuerte y, sin embargo, respetuosa.


- Habrá que ver igual…. Habrá que ver…-


- Que ver… ¿qué?, ¿qué dicen de la Europa? Si allá no saben ni dónde están parados…


- - Europa… mhhmf –la expresión no fue de desprecio, más bien de cautela. El gesto brusco con el que culminó de rastrillarse las barbas sí pareció tener algo de asco – No me preocupa Europa, acá estamos llenos de europeos y se muerde la mesma porquería el español, el criollo y el bastardo indio y quién sea que fue escupido del vientre por estas orillas-


“Porquería”, pensó el joven, “como le gusta esa palabra para sacar broncas”.


- Miedos – dijo el hombre y el joven se dio vuelta en su propia idea.


- - ¿Qué? – preguntó


- Miedos – insistió el hombre. –Tengo tantos como el que más. Se viene una jodida. ¿Quién sabe cómo nos vaya a salir esto? Podemos terminar saliendo con los pies pa adelante…-


El silencio se la pasó hablando de lo que nadie quería hablar. Las velas moribundas dejaron sus llamas paralizadas y expectantes. El aire frío le ponía un poncho de tensión a la oscuridad.


- Igual… digo, si los jefes ya dijeron que lo apoyaban… si estamos de acuerdo… o sea, ¿tenemos las de ganar, no?- el joven necesitaba seguridades que sabía que el hombre maduro no podía darle.


- Decime, chango, ¿por qué hacés esto?


- ¿C… cómo “por qué”? – la pregunta lo sorprendió. A decir verdad, hasta que le pregunten su nombre lo habría tomado por sorpresa en ese momento.


Igual, para su suerte, la pregunta de Don Pascual no era pregunta sino preámbulo:- Estoy grande y cansado de la porquería. Y veo mucha porquería. Quiero ver si eso que se vende como patria de verdad huele distinto. En esta orilla es tiempo de saber quién es quién…. Y vos y yo tenemos que pelear para ganarnos eso. Lo que pase en la Europa no me da miedo. Me da miedo tener esto… me da miedo saber que necesito saber cuál es mi patria para saber quién soy y que lo necesito antes que se me vaya la vida… - el hombre tomó aire para continuar… pero solo aire sacó.


La puerta del cuarto se abrió de repente. Un rostro endurecido susurró con ferocidad: “Vamos a hacerlo… el Jefe nos mandó a avisar”.


Don Pascual apoyó una mano en el hombro del joven y mirando al recién llegado preguntó- ¿Don Cornelio finalmente se decidió?-


- No solo eso, “no se debe perder una sola hora” fueron sus palabras-


- Menos mal… – dijo el mayor y acarició su barba una vez más- …que ya estoy grande y las horas pesan mucho a esta altura.

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sábado, 24 de marzo de 2012

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He hablado mucho sobre la libertad.


Tanto que tengo la lengua encadenada a esta misión.







He hablado mucho sobre el derecho a la vida.


Tanto que tengo la muerte comprometida en esta causa.







He luchado mucho por la democracia.


Y es tanto y tan poco que debo levantarme todas las mañanas para construirla.

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