domingo, 22 de abril de 2018

Un cuaderno inspirado

"You have no right to ask me how I feel.

You have no right to speak to me so kind."
Stephen Bishop



Hoy hablame de los carnavales que nunca compartimos.

De Iruya, Purmarmarca y Tafí del Valle,
de la Chaya riojana o cualquier excusa enharinada
de ser mucho más de lo que hoy se podría.

En un bar imaginario -embellesada, no lo olvides-;
abrí la puerta a saberes de erudito profano
que buscan seducirte como el viento que dibuja
entre las formaciones caprichosas de Talampaya.

Cruzá la breve distancia hasta ahí nomás
para encontrarnos al borde de una pileta en Areco
donde no haya tal vez nada y todo sea
como una fuga de ocasión que nos haga amos de la vida.

Si la cita es en Península de Valdéz,
dirás que solo unos días, eso alcanza.
Yo apuesto que serán algunos más y otros más
así no saluden las ballenas me arriesgo un mar.

Sí es a la montaña con vientos de la Puna,
con nevados cuyanos o bosques patagónicos,
-lo mismo da-; avisa a tu madre que sí,
que tal vez este rapto valga todos los destinos.

martes, 3 de abril de 2018

Apenas una brisa

"Y nos hicimos mayores esperando las flores del jacarandá."
J. Drexler.



- ¿La cerveza negra era para...? - dijo la camarera. Santos no contestó rápidamente. Prolongó un segundo más ese limbo de a tres mientras la joven muchacha sostenía el porrón en su mano. Lo hizo porque le llamó la atención la sonrisa genuina. "Está sonriendo y nos mira a la cara, pocas camareras tienen esa deferencia" pensó en el mismo relámpago que agregó "debe tener un buen día". Apenas un segundo demoró eso. Luego, unos breves instantes más, porque disfrutaba un poco la incomodidad amable del momento. La camarera aun sonriendo esperando una instrucción efímera para apoyar la cerveza en el lado correcto de la mesa; él sabiendo que no contestaba pensando en la sonrisa, en la mirada, y en el limbo provocado, con esa sensación de cómodo transitar por el control que da no hacer lo esperado; y Carmela, frente a él, reaccionando. "Para él", dijo Carmela y señaló a Santos. Lo indicó con un firme ademán como destinatario del pedido y como culpable del momento. La camarera dejó un "que disfruten" y se retiró aun sonriendo.
- ¿Viste? Dijo "que disfruten", no que "las disfruten", por las cervezas; o que "lo disfruten" por el momento. Dijo solo "que disfruten". Podría referirse en términos generales al momento, pero eso también es referirse a vos y a mí. Que "nos disfrutemos" está diciendo -
- No creo que ella haya elaborado tanto, Santos -
- Mejor aun si no lo "elaboró". La forma en que hablamos deja honestidades sutiles. ¿Viste cómo sonreía? Estaba contenta-
- ¿No puede ser que sonría porque es una persona que hace bien su trabajo? -
- ¿Atendiendo gente que está pasándola bien mientras que ella está laburando, a las dos de la mañana, y encima que la hacen esperar con una cerveza en la mano? -
- ¡Sos un tarado, Santos! ¡Lo hiciste a propósito!-
- ...pero ella siguió contenta. Te dije que estaba contenta- y Santos sonrió como quien puede probar un enunciado solo porque se lo ha vuelto a encontrar en el siguiente recodo de la misma conversación.
- Sos un hermoso insoportable - dijo Carmela, y rapidito tomó un trago de su cerveza para tapar su propia sonrisa.
- ¿No es mucho enunciado para no conocernos tanto? - le apuró el trago Santos.
- Tu mirada es muy transparente... solo para el que sabe observar- dijo ella, apenas bajando un poco su vaso para permitir salir a las palabras sin que se embriaguen.
- Eso también es mucho enunciado -. Santos probó su cerveza negra. Era espesa y tenía un dejo dulzón.
- ¿Está rica?-
- ¿La cerveza o vos?-
- La cerveza... -
- Sí, muy, ¿querés probar? -
- No me gusta la cerveza negra -
- ...si querés probar ruborizarte otra vez, iba a decir. Porque te pusiste rosada recién.-
- Jaja. Qué tonto. ¿Me decís esas cosas para que me muera de vergüenza?-
- No, no realmente. Pero te queda lindo también. Aparte... ¿preferirías una cita llena de enunciados ingenuos? -
- No estaría con vos acá si quisiera eso - remató Carmela. Santos se cubrió la cara con el trago, porque sus palabras ya estaban embriagadas de esa muchacha.
Luego el momento se sintió ideal. Ella dijo no creer en momentos ideales. Él dijo que el truco está en reconocerlos en vez de idealizarlos... o algo así. Adentro del bar, tras la barra, la camarera seguía sonriendo. Nunca se enteraron Santos y Carmela por qué. Pero sí, estaba contenta. Y la gente sonreía un poco más cuando ella venía a atenderlos.
A veces hay más de un truco.