sábado, 31 de octubre de 2020

Trébol de tres pétalos



- ¿Y que vas a hacer?

- Escaparme hasta que extrañe mi sonrisa.

- Yo ya extraño tu sonrisa.

- Perdoname. No sé como actuar en estos casos.

- Perdoname vos por no poder dibujarte un mapa de regreso.

- No sabría cómo leerlo. Si supiera hacerlo nunca me iría.

Y pasadas las tres de la madrugada le dejó un beso y una roca resbalando enorme desde una montaña.

lunes, 26 de octubre de 2020

Oxímoron



 Oxímoron es decir "industria del arte". No te das cuenta de la oposición conceptual si no prestás atención. Si solo lo escuchás en medio de otros enunciados, no te das cuenta.

Prestá atención, que con las personas ocurre lo mismo.




"Lo primero que quise fue marcharme bien lejos
en el álbum de cromo de la resignación"
J.Sabina

miércoles, 7 de octubre de 2020

La simple

 Soy una persona que tiene un problema que, quienes lo generan, muchas veces lo atribuyen a un exceso de literalidad.

"Llego y te escribo", "Termino y hablamos", "Nos vemos a las cuatro", "Te aviso si hacemos algo el finde", "Dame un toque que lo hago".
Mi problema es que creo en la palabra. Y que me importan las palabras. Y, al contrario, donde se acusa literalidad lo que realmente hay es un exceso de laxitud interpretativa.
Porque "un rato" puede ser quince minutos, puede ser dos horas; pero no son seis días o dos meses. Porque "a las cuatro" a veces se demora quince o veinte minutos, pero no son las siete. Porque es raro que el aviso para organizar tu "finde" llegue el lunes posterior. Porque si me decís que vas a hacer algo, intento creer que eso es así; y si no, sos vos el que tiene que contarme lo contrario.
Lo curioso es que la misma gente que suelta palabras sin demasiado compromiso porque "es una forma de decir" es la que protesta enseguida si le dieron helado de frutilla cuando pidió de cereza. "No es para tanto, sigue siendo de fruta... ¡y rosadito!", exclamaría el heladero.
La interpretación y enunciación es bellamente amplia y diversa. Pero eso no significa que "animal que ladra y mueve la cola" se pueda entender como "mesa"... ni que deba tener más peso el que entendió mesa que el que no puso la dedicación adecuada para elegir las palabras si me quería hablar de perros.
Mi problema son los dos: las palabras y la gente.
Pero por alguna razón me vengo llevando mejor con los libros.

domingo, 4 de octubre de 2020

Abrigar los huesos

Wotan compuso esa noche, con su vida infame como cuerdas y vientos, una melodía de esas que uno se canta con tristeza antes de dormir. Suspiró callejones de esos que, una vez puestos a ser recorridos, permiten la circulación de una mano de ida de penurias y otra mano de vuelta de méritos. Apasionado con sus propias dichas de corrección, hizo un coro de tribulaciones acerca de los zapatos que lleva puestos en ese camino. Y erguido ante la templanza feroz de la bestia agonizante, repitió el estribillo estoico de quien solo vende caras sus derrotas con un sello de silencio en sus labios. ¿Mintió esa noche alguna verdad? No, esa noche no se permitió permitirse sus propias trampas. Cauteloso y desconfiado, mostró puntas de lanzas ya manchadas que él sabía que sostenía de larguísimas varas desde el cascarón de a porrazos que es su envase. Tampoco hizo tiros de distracción de sí mismo. Y, peor aun, guerrero sin miedo a todo. no se presentó cargado de pólvora y amenazante de chispazos solo para que hasta las mariposas huyan de ese fuego; sino que, con la locura danzando sobre una pequeña vela, rescribió la valentía de darle una chance a esa penumbra con tonalidades pastel de la que se hizo cómplice.

Wotan ronda a vuelta y contravuelta en su refugio de lodo y rugidos. Sus pies aun se afirman en el frio de esa madrugada mientras lo seduce la carrera de ser el de siempre, sangrando cada músculo mientras desafía mil pistas laberínticas donde –él lo sabe- no hay nadie alentando en las gradas. Ganar o perder es imposible, solo sigue corriendo; y escupe de tanto en tanto el almizcle agrio de su deseo más humano. En los pasillos del infierno uno que otro se asoma curioso por las mirillas.

Wotan pasa silbando a intervalos. Se descubre en su cancioncilla y se interrumpe. Da un par de pasos, sangra sin atender las hiedras que crecen de sus charcos y, pensando en la próxima fatiga que ya prepara el cachetazo, se distrae y vuelve a silbar. Solo unos momentos dura la música hasta volver a notarse a sí mismo en ese juego. No hay –cree, dice- tantos méritos en su humanidad. Ya no sabe si el deseo lo hace componer melodías, o si tenía aprendida la tonada y el deseo lo empujó hoy como un altar de espuma. Dos vasos apenas son bebidos esa noche. Wotan, de a ratos sí de a ratos no, silba una melodía que anda molestando a todos sus demonios.