viernes, 23 de agosto de 2024

Raspando

Ayer le pedí disculpas a una alumna porque dije algo que la hizo sentir mal.

No era la intención, y realmente tampoco el contenido.  Pero ella se sintió mal igual porque viene cargada con otras tristezas de su vida.


Es una alumna muy vaga, que no presta atención, no cumple con las actividades y siempre se distrae. Pero no le dije nada de eso al pedirle disculpas. Porque no tiene nada que ver. Y porque me acerqué a ella por su tristeza, no por su desempeño académico.


Tampoco le di lecciones de moral. Ni pretendí hacerle ver que debía fortalecer su carácter en vez de ser tan susceptible. Porque me dolió su tristeza y me dolió no poder anticiparme a ella.


¿Saben cuál es el truco? Recordar que todos fuimos ella muchas veces. Y lo vamos a volver a ser muchas más. Yo incluso hoy quisiera que el mundo sea menos injusto con mis propias tristezas.