martes, 3 de septiembre de 2024

Limones

 



Hoy, Silvio buscó en internet cuánto tardan los limones en echarse a perder. Aparentemente dos o tres semanas pueden aguantar en la heladera.
Hace unos días los compró para ella, que antes de verse le dijo que tomaba té “con limón de fruta”. A él le pareció un encanto esa oportuna diferenciación casi infantil pero completamente acertada de cualquier otro producto industrializado con sabor a limón.

Hoy, miraba en la pantalla de su celular información sobre la conservación de los limones. Dos o tres semanas. Un tiempo más si se guardan en un envase cerrado. Es una fruta muy porosa, leyó también. Sabe que va a retener esa oración de apariencia inútil. Su cabeza retiene cosas que leé de forma algo extraña a veces.

Ella no tomó té con limón. Estaba algo engripada y sacó de su cartera uno de esos sobrecitos de té medicinal en polvo. Él mismo revolvió en la taza hasta disolverlo en agua caliente. “Si es polvo, así, deshidratado, no creo que se le pueda seguir calificando de infusión” pensó, en asociación libre después de leer que el limón aguanta dos o tres semanas en la heladera. Su cabeza se ejercita de maneras algo extrañas a veces.
Tal vez pasaron uno o dos días desde que los limones llegaron a la verdulería hasta que Silvio los compró. ¿O pueden ser más? “Ni idea cómo es la rutina de entrega de mercadería de la verdulería de acá cerca” pensó. “Le deben quedar dos o tres semanas. Ponele que dos”, se dijo mientras los miraba buscando algún rastro de mancha o moho en la piel amarillenta del fruto. Amarillenta y porosa.
Habían pasado cuatro días desde que se habían visto. Entre ese lapso más lo incierto del tiempo anterior a la compra fue que sentenció de forma bastante vaga un “Ponele que dos”.

Cuando ella le dijo que quería “limón de fruta”, él sonrió. Y como no suele usar limón, pasó a comprarlos antes de verla. No sea cosa de fallarle con el té a ella, que lo había hecho sonreír.
Volvió a mirar su celular. Ese día o el siguiente. O el otro.
Simple, casi infantil, pero tremendamente acertado, así se sintió Silvio cuando compró “limón de fruta” para ella como si fuera una misión sagrada.
Hay una esperanza ácida y cítrica que ahora tiene su cuenta regresiva. No sea cosa que al limón haya que tirarlo porque ella se tarde en pedirle un té otra vez.



domingo, 1 de septiembre de 2024

Futil

 No sé si alguien me lee como se lee a los poetas.
Pero permítanme decir que lo lindo y lo bonito no son lo mismo.

Y diré también lo triste que es hacer esta declaración en vano.

viernes, 23 de agosto de 2024

Raspando

Ayer le pedí disculpas a una alumna porque dije algo que la hizo sentir mal.

No era la intención, y realmente tampoco el contenido.  Pero ella se sintió mal igual porque viene cargada con otras tristezas de su vida.


Es una alumna muy vaga, que no presta atención, no cumple con las actividades y siempre se distrae. Pero no le dije nada de eso al pedirle disculpas. Porque no tiene nada que ver. Y porque me acerqué a ella por su tristeza, no por su desempeño académico.


Tampoco le di lecciones de moral. Ni pretendí hacerle ver que debía fortalecer su carácter en vez de ser tan susceptible. Porque me dolió su tristeza y me dolió no poder anticiparme a ella.


¿Saben cuál es el truco? Recordar que todos fuimos ella muchas veces. Y lo vamos a volver a ser muchas más. Yo incluso hoy quisiera que el mundo sea menos injusto con mis propias tristezas. 

martes, 23 de julio de 2024

Estandartes

 He estado mucho tiempo triste. Tanto que pude valorar enormemente esos momentos donde sonreías genuinamente. En ellos, yo era pura dignidad. En ellos, vos me recordabas que el intento valió la pena.

Qué pena siento cuando oigo el crujir de tu armadura al intentar buscar una espada de otras batallas. Qué peso debe ser querer abrazar con ese otro peso encima.
Siempre que veo ejércitos llevando un estandarte a la batalla me pregunto qué sentirá su portador, sin escudo y sin espada, expuesto por sostener erguido el símbolo y los colores.
Tal vez los estandartes tienen alguna función práctica. Al menos una: recordar que pelear contra algo es distinto a pelear por algo. O alguien.