Voy
a ser cortito en la expresión buscando no ser corto en el planteo. El derecho
a la huelga es una forma legítima de protesta. Hasta ahí todo bien.
Pero
el tema no es la huelga en este caso. Los clamores sociales y las acciones
colectivas son la parte central –y centralmente la única- de los cambios de
nuestra historia. La huelga es la acción, pero antes que eso también hay un por
qué y un quién.
El
por qué es ampliamente debatible e históricamente cuestionable (hasta sujeto
incluso a contextualizaciones contrafácticas). Sí, creo que el país está mucho
mejor que hace años. Pero también soy lo
suficientemente inteligente para saber que esto no se trata de simples
comparaciones históricas. Porque también es cierto que ni el país ni el mundo
es el mismo que hace –nomás- diez años. Y eso supone analizar tantas variables
que resultan favorables y pretenden relativizar las mejoras –que, por cierto,
hay que conseguirlas igual, aun con viento a favor, ya que no suceden por arte
de magia y ya- como los yerros –que los hay también, tanto por mala leche como porque hasta la magia le falló a Merlín-. Y también pretende reproducir una
idea nefasta de “enemigo” en tal o cual gobernante. Tenemos una historia plagada de corruptos,
personalistas y simples oportunistas con carisma. Pero aun así hay una idea de “enemigo” puesta en el
cargo ejecutivo que desvirtúa todas las luchas por una democracia mejor. A modo
de ejemplo, y por ser el más gastado, si decimos que “la presidenta” hizo tal o
cual cosa (por ser tal o cual cosa)… ¿no estamos justamente bastardeando
aquello que proclamamos y reclamamos de la democracia? ¿De qué hablo? División
de poderes, elección de representantes en los poderes para que justamente
ejerzan no solo un buen ejercicio desde lo proactivo de la acción creadora de
políticas y medidas, sino también desde el mutuo control de la gestión. Porque
decir que un gobernante hace macanas, es decir que todos los legisladores hacen
macanas al controlarlo, y es decir o que debemos revisar a quiénes ponemos al
cargo de cada cargo… o que de golpe no defendemos tanto la democracia más que
en que debiera hacerse lo que creemos que debe hacerse. Seamos muy críticos, sí, pero sin perder
nociones básicas donde el análisis sea integral de un gobierno, y para eso
rescatemos uno de los principios básicos de la forma representativa y
republicana de la democracia: el gobierno son todos los gobernadores, ministros,
asesores, diputados, senadores… A partir de eso, pensemos qué pluralidad de
visiones estamos llevando a los cargos. Y qué honestidad de personas los
ocupan. Y sino… repensemos con qué tanto compromiso votamos (y eso incluye un
ejercicio previo de informarse y pensar que no puede hacerse después de las
medialunas, el café con leche y las puteadas, cuando ya estás entrando al
cuarto oscuro). Y sumo a esto otra pregunta al por qué hacemos paro. ¿Ganamos
con el paro? ¿Somos un país que tenemos en claro el profundo significado de
esta medida para ponerla en juego a pesar de las enormes significaciones
económicas, políticas y laborales –todas sociales, a fin de cuentas- que
implica? Si es así, bienvenida la elección de cada uno de hacer o no paro.
Porque el paro…
es una elección personal, ¿no?
Claro,
la otra parte, que haré más simple. ¿Quiénes hacen el paro? No hablo de vos o
de tu viejo o de mí mismo. Que –espero- sentados en un profundo debate de
razones, causas y consecuencias, tenemos libertad de elegir como reclamar.
Hablo de los promotores. Nadie cree en el sindicalismo representativo,
transparente y luchador que pone codo a codo a obreros y patrones. Pero el rol
mediador por un lado que debieran cumplir los sindicatos, y garantista de
derechos (no solo laborales) que tienen
como eje por el otro, deben ser las causas de todo su accionar.
Y así no hablo de vos, de tu viejo o de mí mismo, que día a día salimos a hacer más o menos, a veces por voluntad y esfuerzo, muchas otras por posibilidades, lo que tenemos que hacer para vivir dignamente, y en el mejor de los casos teñido de lo que queremos hacer (y, digan lo que quieran de ideologías en este punto, pero desde que manda el capitalismo neoliberal cada vez menos casos de los últimos). Hablo de un paro entre cuyas caras visibles tenemos a dos individuos los cuales están asociados a incontables acciones violentas (aun antidemocráticas, como aquellas urnas calientes hace unos años), causas de corrupción y todo un historial de promover amenazas a quienes no acompañen con su voluntad individual en el libre ejercicio de la huelga… lo que se decidió que hagan con su libre ejercicio.
Y así no hablo de vos, de tu viejo o de mí mismo, que día a día salimos a hacer más o menos, a veces por voluntad y esfuerzo, muchas otras por posibilidades, lo que tenemos que hacer para vivir dignamente, y en el mejor de los casos teñido de lo que queremos hacer (y, digan lo que quieran de ideologías en este punto, pero desde que manda el capitalismo neoliberal cada vez menos casos de los últimos). Hablo de un paro entre cuyas caras visibles tenemos a dos individuos los cuales están asociados a incontables acciones violentas (aun antidemocráticas, como aquellas urnas calientes hace unos años), causas de corrupción y todo un historial de promover amenazas a quienes no acompañen con su voluntad individual en el libre ejercicio de la huelga… lo que se decidió que hagan con su libre ejercicio.
La
comparación más odiada del mundo la
pongo a cuento para pensarlo nomás. Imaginemos una causa muy justa. Soñemos un
juego donde se nos ocurra el accionar más transparente del mundo. Con un
objetivo que se mire donde se mire sea bueno en sí mismo. Ahora pongamos en ese
lugar, bien al lado nuestro, a un personaje despreciable. Y que sea
despreciable no solo por su accionar sino por su decisión de continuar esas
acciones también despreciables. Pregunto para que todos nos preguntemos, ¿si
Hitler en sus ratos libres como genocida decidiera poner un refugio para
perritos de la calle… aceptarían trabajar con él?
Ayer
leía a cuento de otras cosas al tan cuestionado a veces –por mí al menos-
Galeano y pensaba en cuánto acierto tuvo para describir mi sensación sobre
esto:
“No son pocos los intelectuales del norte que
se casan con las revoluciones del sur por el puro placer de enviudar.”
(Ah, sí. Hablo de Moyano y Barrionuevo. Digo, por si no lo dije.)
http://www.youtube.com/watch?v=fvMYx1jJ0V0
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