¡¡¡UN SERIO PROBLEMA!!!
¿Por qué?
¡¡¡Porque tenés que volver!!!
Agarrás la Ruta 2 y es todo muuuy fácil. ¡Pero en cuanto bajás de la autopista de La Plata – Buenos Aires, viene MAcri y te enquilomba todo con accesos, autopistas, calles, cruces, colectoras y puentes! (Bueno, yo sé que no es que sea tooooooooooda la culpa de Macri. El diseño vial de la Ciudad no lo hizo él. Pero... ¿quién está a cargo ahora?, eeeehhhhh!?!?!) (aparte no olvidemos que lo odio) (y que es Macri).
El caso es que con la cabeza a medio reaccionar, posiblemente porque la natural tendencia al placer la mantiene pensando en playas y no en carteles con indicaciones; me mandé mal cuando quise enganchar la General Paz. Vale decir que los carteles esos verdes puestos en las autopistas no son eficientes. Deberían tener señalizaciones más claras. Vivos colores (leete el verde ese en la noche), con adecuada iluminación. De más está decir que algunos están ubicados a pocos centímetros de los desvíos que indican (y, no es que yo vaya rápido, pero me piden mucho).
También es cierto que en los puestos de peajes (que me están cobrando la libertad de transitar por mi país, pero ese es otro tema) deberían regalar algunas dosis de “Avivol”, sobre todo porque algunos de nosotros tenemos glándulas que producen altos niveles de “Boludina” y así medio que se complica orientarse en el laberinto de la Ciudad de Buenos Aires. Más con la cabeza pensando en Mar del Plata.
En vez de enfilar para el lado de Acceso Norte y arribar a mi conocido Partido de General San Martín (malo conocido); pifié para el lado de Puente la Noria…
Cruzar Puente La Noria es como entrar a unas de esas ciudades desvastadas de ciencia ficción.

Me quedé pensando… ¿“archigastado”? ¿Alguien utiliza el prefijo “archi”? Estoy buscando una expresión sustitutiva para la juventud que –en caso de saber leer másomenos- esté leyendo éste Blog, pero temo que “Super” y “Recontra” también expiraron…

Fue un solo acto trabar las puertas del Taunus, subir todas las ventanillas y poner cara de “me mandé por acá a propósito”, o “soy de acá, todo bien”, o “que no se note, pero creo que de acá no salimos vivos”. A la velocidad que me permite avanzar la gente –algo así, bah!- que ocupa la calzada indiscriminadamente y con la seguridad de que es SU calle, busqué rodear la rotonda que me devolvería a la civilización.
Pero no, la Tierra de Nadie tiene sus propias reglas. Una fuerza malvada y sobrenatural –que bien podría ser el pánico- decide quienes abandonan el territorio. Y… como lo abandonan también.
Justo justo al lado de dos extras de una película mezcla de Tumberos y Alien el auto decidió morirse. La batería se dio por vencida. La pesadilla se corporizaba cada vez más y más en la predicción de una horda arrebatada que iba a cernirse sobre el auto. Cachorra me acompañaba con su mejor actitud y repetía una y otra vez “no debo desmayarme, no debo desmayarme”. En ese momento mi cara se transformó en un “arrancá la que te remil parió que no quiero morir acá” mientras bombeaba el acelerador y le daba al encendido frenéticamente. El Taunus, leal como siempre, hizo unos metros más con su última chispa de vida y nos dejó al pié del puente. Creo que fue en ese momento cuando la batería se bajó del motor y salió corriendo desesperada. Cachorra y yo (y el Taunus) nos quedamos con la torturante sensación de que la muerte nos iba a encontrar en bermudas, ojotas y con una estúpida ex sonrisa playera.
Hombre al cabo, me bajé de la protección que pudiera brin

Solo me quedaba defender mi posición hasta que vinieran a remolcarme. No existía posibilidad fáctica alguna de que venciera. No solo me preocupaba la sustracción total de todas las pertenencias; sino también que debía cumplir con mi deber de caballero y proteger a la dama que me acompañaba. Los caballeros sabemos la presión que genera eso, el acotamiento de opciones en pos de la seguridad de una mujer hace que uno se vea prisionero cuando saldría jugándose a puño limpio y coraje en otra situación. Pero ésta vez, claramente la realidad era otra. Y hasta que me rompan el traste a mí fue una perspectiva a tener en consideración.
El instinto de supervivencia es tan primario y básico que acciona con certeza dónde la mente –relajada por la playa y perturbada por lo siniestro- no lo logra. A medianoche, la hora de las brujas; marqué el teléfono celular de unos de mis dos mejores amigos (el otro vive en Córdoba, y el instinto es básico pero no tarado). Con la mitad de la concentración puesta en seguir vigilando mi entorno, puse lo que quedaba de mí en dar frases claves de mi situación: “Tierra de Nadie”, “Se me quedó el auto”, “se ve jodida la cosa”, “no sé cuanto va a tardar la grúa”, “sí, soy un huevón, me mandé para el carajo y terminé acá”, “¡dejá de reírte, gil de estopa!”.
No tengo mucha historia que agregar.
Demoró poco más de 30 minutos en dejar un asado con amigos, conseguir una camioneta, atravesar medio mundo y llegar hasta la nada dónde yo estaba.
Y yo ya me sentí mejor, acompañado; y con renovado coraje. Porque si estoy con mi amigo me la banco mejor.
Y la saludó a Cachorra como si nada pasara. Y nada pasaba.
Y no tuvo un solo gesto de fastidio o molestia por el viaje, el asado abandonado o la corrida a media noche.
Y no esperó expresión alguna de gratitud a cambio.
Y cuando la grúa levantó al Taunus, él saludó con un abrazo y sin más se subió a la camioneta de su amigo y se fueron.
Más tarde me mandó un mensaje para saber si había llegado bien porque quería “quedarse tranquilo”.
Hoy por MSN le dije “gracias” de nuevo.
“Es lo menos que podía hacer” contestó.
Así es Cristian.
Desde que teníamos 13 años que es así.

(Igual te debo ese asado)
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Pd: Igual, me parece que Macri tiene algo de culpa. Él y tantos otros que contribuyen a qué existan lugares como ese. Y no es chiste.
Pd2: Aclaro, para los que no saben, que yo vivo en San Martín, un lugar que está lleno de Villas –villas de las pobres y villas de las jodidas-. Digo, para que no piensen que soy un burguesito que se espanta de cualquier cosa.
Pd3: Si, por una de esas casualidades, hay alguien de la zona de Puente La Noria que se sintió ofendido con algún pasaje del presente relato, sólo puedo decirle “¿Qué se le va a hacer?” (o sea… no es mi culpa que vivas en una zona arrasada por la delincuencia) (debe ser culpa de MAcri)