Si hoy preguntan por mí...

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(Ignoro si el calendario sabe hacer trampa)


Desde donde estoy parado el tiempo no se ha detenido.
Y, sin embargo, aun no castiga con su paso.

Tal vez algo ha fallado
Porque aun viven en mí muchos sueños de la infancia
La fantasía convive con proyectos y metas, siendo alimento, motor y derroche.
Tal vez algo ha fallado, pero sabe a victoria.

Todavía no me duelen los huesos solo por vivir.
Pero de tanto en tanto los músculos me recuerdan que ya cargo años en mi espalda.
No creo que me queje, solo es una prueba más de que estoy vivo.

Prefiero los bares a las discos.
Las mesas de bar a las barras.
Las buenas charlas al alborozo y el alcohol.
Pero de tanto en tanto me pierdo en discos y bares sin dejar de ser yo.

Las señales nunca fueron claras conmigo:
Aun hoy necesito que mi sangre se sacuda con un “Walk this way”.
Hace años que concibo una zamba bajo un árbol como algo parecido a la serenidad misma.
Empieza el show y soy uno más en el calor del campo, entre sudores, moretones y empujones;
y soy el mismo sentado en la platea, con la mirada perdida y los oídos puestos en el escenario.
Entre las tribus, sigo siendo “del palo”. Pero eso está lejos de ser una definición en si misma. ¿Cuándo el jazz hace su hechizo sigo siendo ese?
Y pasan los años y se suman canciones y “rockitos”.
Y zambas.

Hoy me desperté y miré mi colchón, solo para comprobar si me había encontrado la mañana un poco más a la derecha de la vida.
Pero es como todo: Depende si uno está boca arriba o boca abajo.
Por lo pronto parece que todavía puedo ser un poco Guevara en esencia. Aunque me afeite de tanto en tanto.
Eso también aun sabe a victoria.

Tengo más marcas que amigos.
Y me he ganado ambos.
Una mezcla de voluntad y azar.
La búsqueda del honor y de uno mismo deja marcas.
Profundas, necesarias.
Los amigos son los que quedan.
Los que no se pierden en ese camino que uno recorre.
Los que valen la pena. Porque saben sobrevivir a mis marcas.

Si el cliché en algo es cierto, me estoy poniendo cada vez más insufrible.
Ácido e inoportuno -o demasiado oportuno- para mis enunciados. Certero y meticuloso en mis palabras.
Obsesivo con la ilustración, con el conocimiento por el conocimiento mismo, resulto no más que un sabio a medias. Y parece que eso alcanza para ser pedante.
Sereno en las ofuscaciones. Seguro en los pasos. Jodido en el andar.
Y pasan los años y todavía siento que aun puedo ser peor, porque aun me quedan fuerzas para más.

Todavía creo que el mundo tiene una oportunidad. En más, creo que debe tenerla.
No así algunas personas…
Pero sí el mundo.

Pienso en los imprescindibles de Brecht.
En el Hermano Gris de Kipling.
En un elefante de Bornemann.
En el zorro de Exupery.
En Athos de Dumas.
En el caballero de Cervantes.

Borges, Walsh, Allende, Shakespeare, Hobswam, García Lorca, Tolkien, Birmajer y Nietzche se me enredan con Gandhi, Guevara, Tupac Amarú, San Martín, Juana de Arco, Alberdi, Sucre, Luther King, Moreno, Einstein, Bolivar, Lutero y hasta el mismo Jesús.

Tantos nombres e historias son un testimonio evidente de varios inviernos y primaveras.

Aun son más: Es la certeza de todo lo que nos falta por aprender.
Solo la Educación podrá ponerle otra melodía a éste mundo.

Tal vez algo haya fallado, pero aun hoy esos nombres me saben a victoria.
Y eso es un camino todavía jóven.


Así llegué hasta hoy.
En un pacto confuso con mis días.
Días oscuros, de esos que invitan a tomar unos mates en el infierno.
Días largos de no abandonar luchas y sueños.
De soportar hasta con la última de mis fibras esa carrera tan difícil que juega la injusticia y el dolor.
Días de luz en pequeños gestos. De fulgor resplandeciente en las grandes acciones. De ardiente llamaradas en cada exhalación invertida en un mejor mañana.
Y días de orgullo, cuando, de tanto en tanto, los gestos, acciones y exhalaciones son dignas de mí.
Mañanas de aire puro y naturaleza, donde el instinto es básico y noble.
Tardes de pasión y conflicto, como si cada minuto necesitara una gambeta, un lujo, una fantasia.
Noches para perderse y caminar, aunque más no sea "de prestado" por la vereda de los ángeles.

Así llegue hasta hoy.
Soy un poco de todo lo que siempre quise ser, lo que me tocó pasar y lo que elegí vivir.

Espero poder llegar a mañana siendo el luchador del cual me jacto, el caballero que pretendo y el hombre íntegro que debo.

Tal vez algo ha fallado.
Porque pasan los años y todavía quiero ser un tipo muy parecido a ese que soñaba ser cuando era niño.

Sigo por ese camino, entonces.